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Una década del 'número de la bestia': el S&P 500 comenzó su mayor racha alcista desde el '666'
José Luis de Haro
Nueva York,
Tal día como hoy, en el año 2009, el S&P 500 continuaba su descenso a los infiernos generado por el azote de la crisis financiera y la posterior Gran Recesión que llevaron al indicador a tocar los 666 puntos. Un número profético que alcanzó su suelo al cierre de la jornada del 9 de marzo en los 676 puntos para dar rienda suelta a partir de entonces al mercado alcista más largo de la historia.
Según datos recopilados por FactSet, el S&P 500 acumula una rentabilidad del 411% desde dichos mínimos mientras que el Dow Jones suma alrededor de un 413% y el Nasdaq Compuesto cerca de un 570%. Un fervor bursátil apoyado en las medidas extraordinarias adoptadas por la Reserva Federal, que engordó su balance hasta superar los 4 billones de dólares y mantuvo el precio del dinero entre el 0 y el 0,25% desde diciembre de 2008 hasta finales de 2015.
El mercado alcista ha estado dominado principalmente por el sector tecnológico y particularmente por las conocidas como FAANG, donde se incluyen a Facebook, Amazon, Apple, Netflix o Alphabet (Google).
De hecho, Apple lidera a todos los componentes actuales de Dow con su retorno total durante los últimos 10 años, según apunta MarketWatch, con una rentabilidad del 1.373,7% desde lo peor de la crisis financiera. Netflix es el tercer mejor valor del S&P 500, devolviendo a sus accionistas un 6.396,7% de su inversión inicial. Si hubiéramos comprado 100.000 dólares en acciones de Netflix el 9 de marzo de 2009, hoy en día seríamos multimillonarios.
Desde los mínimos marcados en marzo de 2009 el S&P 500 ha entregado un rendimiento total anualizado a 10 años del 17,8%. Esto coincide con la rentabilidad anual (incluidos los dividendos) generadas por el indicador exactamente 10 años después del crash de octubre de 1987 (17,2%) y tras los mínimos de agosto de 1982 (17,6%), de acuerdo con los cálculos publicados por la CNBC.
La pregunta que se hacen muchos inversores en estos momentos es si la tendencia puede continuar o, por el contrario, episodios como los experimentados a finales del año pasado hacen presagiar que cambio de ciclo. En estos momentos, la media de las distintas mesas de inversión sitúa al S&P 500 en los 2.950 puntos este año.
Entre los más optimistas se encuentra el estratega de Deutsche Bank, Binky Chadha, con una meta para el indicador en los 3.250 puntos. En el bando contrario, Mike Wilson, de Morgan Stanley o Maneesh Deshpande, de Barclays, sitúan al índice en los 2.750 puntos.
Entre los catalizadores que podrían fomentar el optimismo bursátil se encuentran un posible acuerdo comercial entre China y EEUU a finales de este mes junto con el reciente anuncio del estímulo fiscal en el gigante asiático, que busca que el debilitamiento en la segunda mayor economía del mundo sea más contenido.
También podemos incluir la paciencia de la Reserva Federal a la hora de seguir subiendo tipos. Sin presiones inflacionarias a corto plazo, Jerome Powell y sus chicos se mantienen a la espera mientras el mercado espera que no habrá subidas de tipos este año.
El 91,6% de los inversores sigue considerando que el banco central de EEUU no subirá tipos este año y mantendrá el precio del dinero entre el 2,25% y el 2,50% actual. Dicho esto, los economistas de los grandes bancos estadounidenses consideran que podríamos ver una subida de 25 puntos básicos, probablemente en la segunda mitad de este año.
De momento, la economía de EEUU despidió 2018 creciendo a un ritmo del 2,6% en el último trimestre del año y aunque algunas referencias siguen siendo mixtas, la actividad en general sigue apuntando a un avance por encima del potencial a lo largo de este año.
Si la coyuntura se mantiene y las tensiones arancelarias se relajan podríamos ver a su vez una mejora en las proyecciones de resultados para las compañías de EEUU. En estos momentos, los analistas presagian una caída en el beneficio para el primer trimestre (-3.2%, según FactSet) de 2019, la primera vez que esto ocurre desde el primer trimestre de 2016 y un bajo crecimiento en el segundo y tercer trimestre, evitando, por el momento, una posible recesión en los beneficios empresariales.