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Exelixis, el éxito de la mosca de la fruta y el genoma humano


    José Luis de Haro

    Gracias a los componentes y moléculas que ha logrado desarrollar para luchar contra distintas enfermedades oncológicas, esta firma biotecnológica americana podría hacerse un hueco entre las compañías de gran capitalización.

    En ocasiones es difícil asociar la mosca de la fruta y el genoma humano con una compañía de 6.390 millones de dólares en capitalización bursátil. Eso mismo le ocurrió a Corey S. Goodman, cofundador de Exelixis, cuando barajaba el futuro de la empresa hace casi un cuarto de siglo. "Resulta que dichas moscas son como pequeñas personas con alas", relata desde la nueva sede de esta biotecnológica en Alameda, California. Tras más de dos décadas "en el negocio del fracaso", como describe Goodman, Exelixis, que formó parte de la cartera Eco30 de elEconomista, logró su golpe de efecto gracias a un compuesto conocido como cabozantinib (cabo, dentro de la jerga del sector) clave en el tratamiento de cáncer de tiroides medular y el carcinoma de células renales. Su excelente seguridad y eficacia han permitido que la compañía genere ingresos sustanciales.

    En el proceso, gracias a aquello del prueba y error, esta biotecnológica también ha conseguido amasar una librería de más de cuatro millones de componentes y moléculas que no solo genera recelo entre sus competidores, sino que también se postula como un incalculable tesoro para desarrollar nuevos tratamientos y fármacos. "Tenemos un rico historial tanto en el descubrimiento y desarrollo temprano de componentes, el desarrollo completo y ahora su comercialización", explicaba recientemente a elEconomista, Michael Morrissey, el consejero delegado de la compañía.

    Su gestión ha sido clave para que Exelixis haya desarrollado medicamentos como Cabometyx, que abarca aproximadamente entre el 65% y el 70% de la oncología global, de ahí que cabo se postule como un activo realmente jugoso para las grandes farmacéuticas. El desembarco de Morrissey en 2010 se produjo en un profundo proceso de austeridad financiera que saneó las cuentas y la entidad dejó atrás momentos en los que llegó a temer por su supervivencia.

    Gracias a cabo y otras moléculas clave, como el cobimetinib (cobi, para los entendidos), Exelixis ha labrado alianzas con titanes como Ipsen y Takeda mientras colabora con Roche, Bristol, Sanofi y Merck. Precisamente, el alza de las ventas de Cabometyx, así como los royalties derivados de Cotellic, gracias a Roche, la ayudaron a salir de sus números rojos desde 2017.

    Actualmente, con unos ingresos que en el tercer trimestre aumentaron un 69% y un beneficio que creció un 55,5%, se refuerza la idea de que, con el tiempo, la empresa podría hacerse un hueco entre entidades de gran capitalización de forma independiente. Según algunos analistas, los inversores de Exelixis no necesitan poner sus miras en posibles fusiones y ofertas de compra para lograr rendimientos materiales a largo plazo.

    Entre tanto, cabozantinib y cobimetinib cuentan con una fuerte protección por patentes hasta 2024 y 2026, algo que permite a Exelixis diseñar con tiempo, pero sin pausa, su estrategia para enfrentar la creciente competencia de los fármacos inmuno-oncológicos y la amplia cartera de terapias combinadas.