Bolsa, mercados y cotizaciones
Madurar es no ser víctima de las circunstancias
Joaquín Gómez
La conversación más repetida que he tenido en estas primeras semanas de año es cómo convencer al inversor al que el mercado le ha dejado noqueado a final de 2018 de que el que viene puede ser un escenario idóneo para hacer carteras de largo plazo. Sobre todo si se produce el escenario de pánico. Se pierden los mínimos de Wall Street de fin de año. Y, lo más importante, se ha hecho un granero de liquidez para sembrar entonces en mercado.
La reflexión más acertada me la ha dado ese tipo cabal, siempre con un comentario tan amigable como sagaz, que es Fernando Luque. La voz en español de Morningstar me decía que la única forma de fortalecer a a los inversores particulares en mercado es como quien quiere mejorar físicamente. "Haciendo ejercicio rutinariamente". Quien pretende invertir, independientemente de su nivel de exposición al mercado mayor o menor, tiene que estar al corriente de lo que sucede. Y no con el objetivo de tomar decisiones constantemente. Bajo la premisa de que cuanto más entrene uno, más ejercicio haga, acabará somatizando algo mejor lo difícil que es entender algo tan complicado como es el mercado. De esta forma podrá imponerse el objetivo de construir cartera en los momentos de tensión.
En elEconomista nos hemos cincelado la disciplina de ejercitarnos en mercado porque solo el que se desentiende es el que no podrá reincorporarse de forma ordenada por mucha liquidez haya construido. Lo más delicado que hemos hecho en los últimos años es pautar que había que vender, como hicimos en la devaluación china de agosto de 2015, en la de enero de 2016, o con la pérdida de los soportes urbi et orbi de Wall Street de diciembre de 2018. En los tres casos se abría una potencial corrección.
El objetivo de estas decisiones es preservar liquidez para entrar en mercado, porque a diferencia de lo que piensan otros el dinero no es ilimitado y recurrentemente puedes comprar valores para la primavera, para el verano, para refugiarte en invierno y, entre medias, comprarte cada tres semanas los mejores dividendos del mercado.
Buscar la liquidez o permanecer en mercado (porque al igual que solo gana el que vende solo pierde el que deshace la cartera) debe ser una decisión consciente. Pero nun-ca por abandono u omisión. Hay que estar en mercado, hay que seguirlo, y tenemos que liberar endorfinas haciéndolo pese a lo incómodo del momento.
En el mejor de los escenarios, los mínimos de Navidad serán un suelo y los máximos de Wall Street, un techo. Ese es el lateral con el que tenemos que seguir trabajado. Con el que tenemos que ejercitarnos en mercado. Como decía un genio: sin crisis no hay desafíos, la vida es una rutina y, si no se supera todo lo anterior, no hay méritos... Nos lo deberíamos tatuar para aprenderlo: madurar es dejar de ser víctima de las circunstancias.