Bolsa, mercados y cotizaciones
Los errores que cometí al hacer mi cartera (V)
Joaquín Gómez
Cuando uno empieza a dedicarle tiempo a su cartera se acaba dando cuenta que deja aparcados sus planes de pensiones. Los ahorradores se comportan como Joan Fontaine cada vez que escucha el nombre de Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940). Se quedan ateridos, sin capacidad de reacción, acuciados por la necesidad de ahorrar para la jubilación, dispuestos a pagar comisiones abusivas por productos que no lo merecen. Los planes de pensiones son los sablazos de la inversión en los que pagamos más en relación a lo que recibimos, y en los que menos alternativas de productos encontramos. La oferta en planes de pensiones es la de un economato comunista. Y solo nos acordamos de ellos para hacer la aportación, generalmente en la parte final del año, y para comprobar la pobre rentabilidad que generan.
Un primer consejo sería destinar la mínima parte posible de nuestro ahorro a pensiones, pero con el anzuelo de la desgravación fiscal es lógico que todos piquemos. Es discutible si el exceso de rentabilidad que genera la misma inversión con fondos, sin la ventaja de la desgravación, llega a superar a los planes de pensiones.
Lo que está claro es que si dedicamos en torno al 10 por ciento de nuestra cartera a planes de pensiones, no hay que estancarlo en una charca para que se pudra, bajo la gran mentira de que es una inversión de largo plazo.
La alternativa que decidí para acabar con la inacción absoluta fue la de trasvasar dinero de planes de pensiones de renta variable a planes de pensiones de renta fija de corto plazo cuando creo que la bolsa está alta, y de planes de pensiones de renta fija de corto plazo a los de renta variable cuando la bolsa pienso que está baja.
Uno de los peros a esta operativa es el decalaje de tiempo que se produce entre el valor liquidativo entre las fechas de traspaso. Como creo que comprar en mínimos y máximos solo es fruto de la casualidad, confío más en la teoría de la mata de tomate. Dividimos nuestra estrategia en unos cuantos lotes del mismo importe. Cuando empezamos a pensar que la bolsa empieza a estar bien valorada, recogemos un tomate y plantamos una semilla. Tras-pasamos una pequeña parte del plan de bolsa al de renta fija de corto plazo. A los pocos días volvemos a hacer lo mismo. Vamos cogiendo tomates, aunque puedan estar verdes, pero sin llegar a dejar la mata vacía aunque algunos se malogren. ¡Que se produce una corrección que ha abaratado la bolsa más de un 5 por ciento! Em-pezamos a traspasar sin ansiedad una parte de los planes de renta fija de corto plazo a los de bolsa. La única precaución es siempre tener semillas de la mata (lotes de planes de renta fija a corto plazo) y de tomates (lotes de bolsa).