Bolsa, mercados y cotizaciones
El 60% de las familias españolas gasta más que lo que ingresa
Ana Palomares
La longevidad es el gran reto al que se enfrenta la sociedad y eso obliga a cambiar los patrones de ahorro y consumo de los españoles. Más teniendo en cuenta que la tasa de ahorro sigue siendo de las más bajas de Europa.
El factor demográfico suele estar presente en la mayoría de estudios en los que analiza la necesidad de concienciar a la población sobre fomentar el ahorro a largo plazo. Al fin y al cabo solo en España la población con más de 60 años se ha duplicado desde los años 60, lo que lleva a Javier Santacruz, autor de un estudio de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) y Fidelity sobre Longevidad y cambios en el ahorro y la inversión, a afirmar que la longevidad es hoy "uno de los mayores retos a los que se enfrenta la industria, además de una gran oportunidad para hacer cambios".
Para evaluar esos cambios necesarios que debe empezar a hacer la sociedad española, el experto analiza por un lado los patrones de consumo y por otro, los de ahorro. Con respecto a los primeros se ve que a medida que aumentan la edad se va reduciendo la partida de consumo que se dedica a alimentos y productos básicos para aumentar la partida que se destina a la sanidad. Un gasto este último que, sin embargo no solo ha aumentado entre la población mayor sino también entre los jóvenes pese a que en el periodo analizado, de 2005 a 2015, los salarios de los más jóvenes han crecido mucho menos que las pensiones de los jubilados (1,5% anual frente al 4%, respectivamente).
En este periodo se ha producido, además, un cierto desapalancamiento de las familias como consecuencia de la crisis económica pero eso no oculta el hecho de que, tal como explica Javier Santacruz, autor del estudio, "sigue habiendo mucho endeudamiento en las familias españolas ya que el 60% de ellas gasta más de lo que ingresa". Y es que aunque la renta disponible de las familias haya aumentado, en algunos tramos solo lo haya hecho ligeramente, no lo ha hecho la tasa de ahorro que, de hecho, ha caído un 20% en ese periodo.
La vivienda se queda con el 72% de la inversión
Además, buena parte de ese endeudamiento se sigue concentrando en los créditos hipotecarios ya que España sigue siendo uno de los países de la UE en el que más se invierte en vivienda lo que provoca que, según Santacruz "el ratio de deuda sobre ingresos en los más jóvenes supere el 200% por la inversión en vivienda en propiedad". No en vano, aunque el ahorro inmobiliario haya experimentado un retroceso al calor de del estallido de la burbuja inmobiliaria, sigue suponiendo una gran parte de todo el ahorro en España. "En España los fondos de pensiones suponen el 9% del PIB frente al 38% de la UE y una de las causas de esa diferencia es que hay un exceso de ahorro inmobiliario: suponen 4,8 billones de euros frente a los 1,8 billones que hay en activos financieros", afirma Ángel Martínez Aldama, presidente de Inverco. En porcentaje eso supone que el 72% del ahorro en España sigue estando en ladrillo.
Más allá de la inversión aún muy dominante en ladrillo, una de las conclusiones que arroja el estudio es que se están empezando a ver cambios en la pauta del ahorro puramente financiero. Afirman que ahora hay una mayor propensión a invertir en liquidez, fondos de inversión y seguros de vida y ahorro y de hecho, desde 2005 a 2015 se produjo un incremento en todos estos activos financieros mientras que cayó la inversión en activos reales, con la única excepción de las joyas u obras de arte. Aumentos que, sin embargo, siguen sin ser suficientes para que se produzca un incremento significativo en lo que respecta al ahorro jubilación. "Para igualarnos a Europa los fondos de pensiones deberían multiplicar por cuatro su valor", afirma Martínez Aldama, quien vuelve a reclamar al Gobierno medidas para fomentar este ahorro previsión como por ejemplo que se mande una carta a los trabajadores con "información real"sobre lo que van a cobrar cuando se jubilen, a proponer el desarrollo de los planes de empleo estableciendo un carácter obligatorio en las aportaciones tanto de la empresa como del trabajador.