Bolsa, mercados y cotizaciones
El consejo de inversión de una veterana de 99 años: "No hagas estupideces"
- Irene Bergman defiende la prudencia y recuerda a otra época
- "El negocio ha cambiado, hay más cuchillos por la espalda"
elEconomista.es
Acercándose ya a los 100 años de edad, Irene Bergman tiene un consejo para lograr una carrera larga en Wall Street: no hagas estupideces. La asesora de Stralem & Co se mantiene en activo desde su apartamento en Nueva York, donde, rodeada de pinturas flamencas, conversa telefónicamente con sus clientes.
En una entrevista con Bloomberg, Bergman recomienda esperar al menos tres años, si no muchos más, antes de evaluar una inversión, en contraste con la obsesión habitual por el beneficio inmediato. Eso sí, advierte, no hay que temer a la hora de rectificiar. Si el análisis invita a un cambio en la cartera, recomienda coraje para afrontarlo y hacer los movimientos que sean necesarios.
"Cuanto más tiempo llevas en el negocio, más pesimista te vuelves", asegura antes de añadir que piensa que actualmente las bolsas están demasiado altas. Con todo, "todavía soy capaz de volverme alcista, porque cuando miro un valor puedo imaginarme dónde estaba hace 40 años".
Una mujer en un mundo de hombres
La perspectiva de Bergman es rara, ya que además de ser una de las personas más mayores en activo en Wall Street, es una mujer en una industria dominada por hombres mucho más jóvenes. De hecho, recuerda los años en que los bancos de inversión eran firmas privadas formadas por socios, un modelo finiquitado y ahora dominado por firmas cotizadas. "La manera de hacer negocios ha cambiado. Ahora es mucho más competitivo, hay muchos más cuchillos por la espalda".
Su carrera ha sido poco menos que un sueño cumplido. Cuando era adolescente, escribió un ensayo en el que decía querer seguir los pasos de su padre, un banquero privado, en la bolsa de Berlín y convertirse en la primera mujer en hacerlo. El sueño se vio interrumpido cuando los nazis persiguieron a Bergman y su familia judía en Alemania primero y en Holanda después. Finalmente, emigraron a EEUU.
Ya en 1942, se convirtió en secretaria en un banco, y 15 años más tarde se unió a Hallgarten & Co. , una firma que operaba en Wall Street. "Las mujeres no eran muy populares", recuerda. Más tarde pasaría por Loeb Rhoades y finalmente en 1973 se instaló en Stralem, donde finalmente se sintió cómoda. "Este fue el primer lugar donde me trataron como a una igual".
Stralem es actualmente una pequeña firma que tiene unos 2.000 millones de dólares en activos bajo gestión, y trabaja tanto con clientes institucionales como particulares, 11 de los cuales son directamente de Bergman. También forma parte de su comité de inversión.
Bergman todavía seguía acudiendo a la oficina en diciembre del año pasado, y aunque cumplirá los 100 años en agosto, sigue hablando con sus compañeros todos los días y sigue aconsejando a sus clientes cada semana. Su experiencia personal le sirve de guía para invertir. Su familia tardó una década en recuperar su fortuna en EEUU después de ser congelada por las autoridades alemanas y holandesas. Por ello, no duda en resaltar la importancia de preservar el dinero.
Cuidado con la velocidad
A pesar de la nostalgia que se deja entrever de sus palabras, Bergman reconoce lo positivo de algunos avances. Por ejemplo, la capacidad de operar con grandes volúmenes de acciones muy rápidamente. Algo que hace años le habría llevado semanas, ahora lo puede ejecutar en unos pocos días o incluso en horas. Con todo, la velocidad también "tiene grandes desventajas. La gente que opera no debería ser demasiado rápida".
Su cautela parece haber traído muchos clientes leales, y en los últimos 20 años solo ha perdido clientes por fallecimiento. "En este negocio te tienes que ganar la confianza de tus clientes. No los tienes para tres semanas, los tienes al menos durante tres años. Lleva tiempo saber si estás haciendo un buen trabajo", asegura. En su caso, también ayuda que tenga su propia fortuna, lo que da confianza a los clientes. "Tienen la sensación de que no necesito mover sus carteras porque tengo ya mi propio dinero".
Por último, la veterana inversora se lamenta de una gran oportunidad perdida: Apple. "Me perdí Apple totalmente. Era demasiado para mí", concede. Y con ello da un último consejo: toma tus propias decisiones. "Siempre me ha gustado hacer lo que he querido, por lo que (Apple) es mi culpa. No puedo culpar a nadie", concluye.