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El final del camino para Dinamarca podría ser la entrada en el euro
- La paridad entre las dos divisas está situada en 7.46038 coronas por euro
Javier G. Jorrín
Para que una caja de galletas danesas siga costando 3 euros en el supermercado, podría ser necesario que Dinamarca aceptase su entrada en el euro. ¿La seguiría comprando por 5 euros?
Ese es el gran problema que tiene el sector exportador: su gran dependencia del tipo de cambio. Dinamarca es un país pequeño y con una gran integración económica con la Eurozona y con los países nórdicos. Una situación que llevó a sus autoridades monetarias y políticas a decidir que la mejor estrategia era unir su divisa al nuevo proyecto de la Unión Europea desde los años 70, primero vinculada al marco y desde 1999, al euro.
Dinamarca es el único país que queda dentro del Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio II, que los países suelen emplear como trampolín para su entrada en el euro, pero que Copenhague rechazó en un doble referéndum en 1993 y 2000.
La paridad entre las dos divisas está situada en 7.46038 coronas por euro, con una banda de fluctuación de ±2.25%. Desde la creación de la moneda común, el Banco Nacional de Dinamarca (DNB) siempre consiguió mantener el tipo de cambio cerca de la paridad central, pero en las últimas semanas, el mercado ha presionado mucho. Tanto, que la entidad tuvo que intervenir en febrero con 172.000 millones de coronas (más de 23.000 millones de euros) para equilibrar la entrada de flujos hacia el país y evitar así una apreciación de la divisa que hubiese roto el tipo de cambio fijado.
Los especuladores están apostando por que Dinamarca será incapaz de mantener la banda de fluctuación y que, en algún momento, la paridad saltará por los aires y la corona se disparará, elevando sus beneficios. Los inversores incluso están dispuestos a aceptar una tasa a los depósitos en coronas si es el precio a pagar para tener divisas danesas en su cartera. Esto es, aceptar el tipo que ha impuesto el banco central del país a los depósitos, del -0,75%.
El desencadenante de estas presiones ha sido el Banco Central Europeo (BCE) con su programa billonario de compra de bonos que empezó el lunes. "El BCE condiciona la estrategia de todos los bancos de la esfera de Europa", reconoce Francisco Vidal, jefe de Análisis de Intermoney. Al tratarse de economías muy vinculadas a la eurozona, necesitan vigilar su tipo de cambio con el euro, por lo que sus autoridades monetarias se ven obligadas a seguir el ritmo que marca el BCE. Por eso han sido tan comunes los estímulos monetarios en los últimos meses, desde que la institución comunitaria anunció su programa de compra de deuda.
David contra Goliat
La lucha de los bancos centrales de los países europeos contra el BCE es como la de David contra Goliat. El tamaño de la entidad de la Eurozona es tan grande que con solo dos meses de compra de activos con el nuevo QE empleará más liquidez que todo el balance de activos que tiene el Banco Nacional de Dinamarca.
Esto significa que si el mercado canaliza una pequeña parte de estas inyecciones de liquidez hacia el país, desbordará toda la capacidad de la institución danesa de actuar como un espigón contra el tsunami de Fráncfort.
Una posible respuesta sería: levantemos más ese espigón, o lo que es lo mismo, adoptemos estímulos monetarios tan fuertes que sirvan para contrarrestar a los del BCE. Sin embargo, esta estrategia es imposible, ya que generaría tales desequilibrios en el sistema financiero y en la economía que podría condenar al país al desastre. "Dinamarca ha cruzado las fronteras de lo conocido y se dispone a romper las barreras de lo imaginable junto con Suiza", advierte Wojciech Golecki, economista y experto en la política monetaria europea.
La esperanza que le queda a Dinamarca es conseguir mantener la paridad durante unos meses y así convencer a los inversores para que dejen de apostar en contra de la ruptura de su paridad con el euro.
El principal problema es que las inyecciones de liquidez del BCE acaban de empezar y durarán un año y medio más, ¿demasiado tiempo? Lo que está claro es que el DNB no puede seguir inyectando coronas al mercado y elevando su balance al ritmo actual: ha subido un 50% en lo que va de año.
Galletas a 5 euros
Al final, las reflexiones sobre el tipo de cambio llegan al principio. ¿Están dispuestos a comprar los mismos productos daneses a un precio mayor? O lo que es lo mismo: ¿qué impacto tendría una fuerte apreciación de la divisa, de un 20 o 30% en una sola sesión? Suiza no tuvo más alternativa que aceptar una ruptura del techo de su divisa en enero, pero Dinamarca tiene otra opción.
El país lleva más de una década en el Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio, el último paso antes de entrar en el euro. Podría decidir dar el salto a la moneda común y olvidarse de luchar por mantener la paridad. Desde el punto de vista económico, una incorporación del país a la divisa única tendría muchas ventajas y pocos inconvenientes, por lo que el final del camino para Dinamarca podría ser resignarse a aceptar el euro.
Los contras son pocos porque el país está ya sin independencia monetaria, ya que está obligado a seguir los pasos del BCE si no quiere sufrir flujos de entrada o de salida de divisas. "Aunque Dinamarca no sea miembro del eurosistema, de facto debe responder a cada medida que adopte el BCE sin tener voz alguna en sus decisiones", explica Golecki, "la defensa de la soberanía monetaria tenía poco sentido entonces y lo tiene aún menos hoy".
Pero la decisión de aceptar o rechazar el euro no recae sobre los economistas, sino sobre el pueblo danés. Los ciudadanos dijeron "no" al Tratado de Maastricht en 1993 y al euro en el año 2000 (con un rechazo del 53,2% de los votantes en el referéndum). En los últimos meses han surgido algunas voces favorables a su incorporación a la moneda común.
La primer ministro danesa, Helle Thorning-Schmidt, ha repetido en numerosas ocasiones que el país "debería" aceptar su entrada en el euro, ya que el país "ganaría más influencia en temas importantes que afectan directamente a los daneses", como es la política monetaria del BCE. Solo entrando en el eurosistema, el DNB tendría voto en el Consejo de Gobierno de la institución comunitaria. También el Instituto Danés de Estudios Internacionales culminó un informe con la conclusión de que "todos los países pequeños de Europa deberían unirse al euro".