Bolsa, mercados y cotizaciones
Queda poca vida tras las preferentes malas
Todo tiene un precio, y el que tendrán que pagar las entidades españolas a cambio de recibir ayuda financiera por parte de Europa quedó claro el miércoles.
La banca nacionalizada (Bankia, Catalunya Caixa, Novagalicia Banco y Banco de Valencia) recibirá una inyección de liquidez de 37.000 millones de euros, por la que Bruselas exige a cambio -a excepción de Banco de Valencia- la venta de sus participaciones y filiales, reducir sus balances un 60% en los próximos cinco años, la limitación de sus retribuciones o el canje de sus participaciones preferentes, uno de los productos peor vendidos por las redes comerciales bancarias en nuestro país. Sobre cómo se va a ejecutar ese canje aún quedan muchas incógnitas por resolver. Lo único que esclareció la Comisión Europea es que los particulares que tengan estos títulos, así como los accionistas y los tenedores de deuda subordinada, asumirán pérdidas de 10.000 millones de euros -sólo 6.500 millones corresponden a los titulares de productos de Bankia-.
La quita concreta que afrontarán quienes tengan en su poder preferentes de alguno de los bancos nacionalizados a la hora de canjearlos por acciones u otros títulos dependerá de las condiciones que cada banco establezca en su propio plan de reestructuración, es decir, las pérdidas serán distintas en cada entidad. Por el momento, sólo se conocen las que tendrán que soportar los clientes con preferentes de Bankia, unos títulos procedentes de Caja Madrid, que contrataron los mejores clientes de la entidad. Se trata de uno de los paquetes más grandes que aún circula en el mercado, emitido en 2009, por un importe de 3.000 millones de euros. Tres años después, la solución que se ofrece a aquellos que las contrataron es el intercambio por acciones, con una quita del 39%.
No es la panacea, pero sí una pérdida menor a la que se esperaba a finales de agosto, cuando el Ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, anunció que las preferentes se canjearían a precio de mercado, donde cotizan con grandes descuentos en el secundario, más/menos un 10% bajo el objetivo de repartir la carga del rescate. De haber sido así, los clientes estarían a punto de asumir una quita superior al 60%.
Quienes también tendrán que soportar una dilución de su participación serán sus accionistas, ya que Bankia se verá obligada a ampliar capital para recibir la inyección de ayudas procedentes del Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (Frob) por valor de 5.000 millones de euros y otra de 17.960 millones de euros que proviene de Europa. A lo habrá que añadir la entrada en el accionariado de los tenedores de preferentes y subordinadas tras el canje.
Bankia tiene en la actualidad una capitalización bursátil que ronda los 2.000 millones de euros y sus títulos rozan casi el euro por acción, pese a que acumulan un descenso superior al 70% en 2012. Sin embargo, la media de bancos de inversión estiman que el impacto que tenga la dilución de la integración de las ayudas públicas en su capital y la conversión de productos de acciones no ha acabado, ya que consideran que habrá una corrección del 60% en los próximos doce meses, hasta los 0,38 euros.
Aunque Bankia no es la única entidad que se enfrenta a un sin fin de desafíos. CatalunyaCaixa y NovaCaixaGalicia (NCG Banco) también. Bruselas ya lo advirtió: las dos tendrán que tener un nuevo dueño antes de los próximos cinco años -ahora su principal propietario es el Frob-. A lo que fuentes del Banco de España respondieron que serán vendidas incluso antes de verano. Precisamente, serán sus nuevos propietarios los que tendrán que asignar la quita a la que tendrán que hacer frente los titulares de estos títulos. Aunque todavía no existen porcentajes oficiales, el regulador español ya ha asegurado en un comunicado que las pérdidas estarán comprendidas entre el 30% y 70%.
No obstante, todo apunta a que la solución será similar a la presentada por Bankia, aunque con una diferencia fundamental. Ni CatalunyaCaixa ni NCG Banco cotiza en bolsa, por lo que el intercambio por acciones implicaría entregar al cliente un producto ilíquido. Corresponde al propio Frob o, en su defecto, al comprador de estas entidades -entre los interesados figuran BBVA y Santander- la responsabilidad de decidir cómo van a convertir las preferentes de ambos bancos en un producto líquido.
En una situación similar se encuentran los clientes de Banco de Valencia, que el martes fue comprada por CaixaBank. Los tenedores de preferentes y subordinadas de la entidad sufrirán un mayor recorte en su inversión que en el resto de nacionalizadas, debido a la inviabilidad de la entidad. Según fuentes del Banco de España, será superior al 70%.
Trotando hacia su liquidación
La cuestionada venta de participaciones preferentes por las redes comerciales bancarias de nuestro país a inversores particulares ha provocado que su mera pronunciación genere miedo. La cruda realidad es que todavía quedan más de una treintena de estas participaciones vivas en el mercado si se contabilizan las emitidas por bancos y cajas de ahorros. Y a parte, están las preferentes lanzadas por compañías no financieras. La solución que presentan unas y otras no es la misma, aunque se trate del mismo producto financiero. La diferencia radica en el riesgo de solvencia del emisor asociada a la fortaleza de sus balances y a las diferencias operativas de sus negocios.
Empresas como Telefónica, Repsol, Endesa o Gas Natural también tienen emisiones vivas en circulación y el desenlace que sugiere cada una de ellas es muy distinto pero en todos casos con el apriorismo de que no se van a producir pérdidas. De hecho, las preferentes de la operadora se recompraron el jueves y sobre las de la petrolera, en el mercado ya se especula con una pronta solución.
La que presentó Telefónica el pasado 31 de octubre para dar carpetazo a los 2.000 millones de euros que emitió en participaciones hace diez años se basa en el canje por obligaciones y acciones propias de su autocartera. Esta operación permitirá a la compañía reducir su deuda neta en 776 millones de euros, lo que supone dar un paso más en el compromiso que la teleco ha adquirido de cerrar el año con una deuda de 50.000 millones de euros. Por el momento, los expertos estiman que Telefónica terminará el año con un ratio de apalancamiento de 2,46 veces, a un 4% de lograr su objetivo en las 2,35 veces.
En Repsol, su director financiero, Miguel Martínez, explicó el pasado 8 de octubre que la compañía baraja canjear sus participaciones -tiene dos emisiones por valor de 3.000 millones- en 2013 para mejorar su posición financiera. La propuesta que se planteará es una opción mixta, un canje por bonos a una década y por acciones de autocartera. No obstante, esta operación estará supeditada a que se produzca la venta de activos de gas natural licuado, que todo apunta a que se cerrará en enero.