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Trichet contra Bernanke: duelo de titanes en la banca central mundial



    Los máximos representantes de las dos principales instituciones monetarias del mundo, la Reserva Federal (Fed) estadounidense y el Banco Central Europeo (BCE), han mostrado en las últimas jornadas una actitud diametralmente opuesta frente a la delicada situación económica y financiera que se respira.

    Si la entidad norteamericana anunciaba el martes una decisión histórica al recortar los tipos de interés del 4,25 al 3,5%, reflejando así que está dispuesta a emplear toda su munición para luchar contra la recesión, su homóloga de la zona euro se situó un día después en las antípodas.

    Su presidente, el francés Jean-Claude Trichet reiteró su cruzada contra la inflación, con lo que enfrió la posibilidad de que esté contemplando una rebaja del precio del dinero en breve. En menos de 24 horas, los inversores pasaron a ser testigos de un ejemplo de extrema flexibilidad a otro de firmeza absoluta, una emoción demasiado fuerte en estos inestables tiempos que corren.

    En el último párrafo

    Trichet dio sobradas muestras de la pasta de la que está hecho en el Parlamento Europeo. Acudió a dicho foro para hablar sobre la estabilidad financiera, un tema al que dedicó los 28 primeros párrafos de los 29 que componían su discurso. En ellos pasó revista a la situación actual y a las lecciones que se pueden extraer de ella. Destacó su referencia a que "la complejidad y la opacidad" que ha acompañado a los instrumentos financieros en los últimos años dificultan la solución de la crisis financiera y amenazan con provocar "un contagio más general".

    Al mismo tiempo, y por aquello de extraer lecturas positivas que puedan resultar útiles para el futuro, alertó sobre la necesidad de gestionar mejor los riesgos, mejorar las emisiones de titulizaciones y todas las tareas de supervisión y cooperación que conduzcan a una mejor vigilancia y control de cuanto ocurre en el sistema financiero.

    Pero dejó lo mejor para el final. Para el párrafo 29. Ahí figuró la sorpresa. Trichet en estado puro. "En todas las circunstancias, pero incluso de forma más importante en los exigentes momentos en los que se producen correcciones de mercado y turbulencias significativas, es responsabilidad de los bancos centrales contener sólidamente las expectativas de inflación para evitar una volatilidad adicional en unos mercados donde la inestabilidad ya es alta", afirmó el banquero galo.

    Así, de un plumazo, Trichet trató de cortar de raíz cualquier atisbo de triunfalismo en los mercados sobre la posibilidad de que el BCE tenga previsto recortar los tipos próximamente. De bajar los intereses, nada de nada. Al menos por el momento.

    Divergencia deliberada

    La gran duda reside en si ese último párrafo hubiera figurado en el discurso si la Fed no hubiera actuado de forma tan contundente el martes y si los mercados no hubieran interpretado que dicha medida abría las puertas a que el BCE también pudiera reducir el precio del dinero en breve.

    Lo que ofrece menos incógnitas es que Trichet se desmarcó de forma deliberada de la actuación de la Reserva Federal. De hecho, un operador del mercado tituló su comentario sobre la intervención de Trichet de forma gráfica: "Marcando distancias". Ya transmitió esa impresión el mismo martes, cuando el BCE no dio señales de vida tras la decisión del banco central estadounidense. Y también el lunes, cuando la entidad europea mostró un pulso gélido al no reaccionar de ningún modo a las caídas superiores al 5% que padecieron los parqués del Viejo Continente. De hecho, ese día todo el mundo esperaba una respuesta por parte de la Fed -como así acabó pasando en la sesión siguiente- y no a cargo del BCE.

    "Existen grandes divergencias entre ambas entidades en estos momentos", confirma Pablo Guijarro, experto de AFI. Y es que la firmeza esgrimida ayer por Trichet chirría frente a la flexibilidad de la Fed, que en la víspera había bajado los tipos... fuera de las reuniones regulares que mantiene cada seis semanas -que es el cauce habitual- y apenas ocho días antes de la cita oficial que figuraba en su calendario de 2008.

    Y es que su presidente, Ben Bernanke , ya lo había advertido en sus dos últimas apariciones públicas. "A la luz de los recientes cambios en las previsiones y de los riesgos sobre el crecimiento, podrían ser necesarias más bajadas de los tipos. Las condiciones económicas y financieras pueden cambiar rápidamente. Consecuentemente, la Fed debe permanecer excepcionalmente alerta y flexible, preparada para actuar de una manera decisiva y puntual y, en particular, para contener cualquier dinámica adversa que pueda amenazar la estabilidad financiera y económica", aseguró el pasado 17 de enero ante la Cámara de los Representantes.

    Cuestión de urgencias

    Observando las distintas respuestas de ambas instituciones, las preguntas se multiplican. ¿Cómo pueden tener una visión tan diferente? ¿En qué argumentos se basan para actuar como lo están haciendo? ¿Quién tiene razón? A su forma, las dos. Cada entidad encuentra motivos para justificar sus posiciones. La Fed puede exponer que debe poner toda la carne en el asador sin demora porque debe evitar el creciente de riesgo de que Estados Unidos entre en recesión.

    Y el BCE puede manifestar que la inflación de la región, que se encuentra en el 3,1%, jamás había estado tan alta desde que la unión monetaria pasó a ser una realidad. O lo que es lo mismo, un escenario que invita más a subir los tipos, que permanecen en el 4% desde junio de 2007, que a reducirlos.

    Ahora bien, aun aceptando ambos planteamientos, resulta preciso valorar una variable para entender por qué mantienen en estos momentos unas posturas tan dispares: el tiempo. Aunque para las dos instituciones es oro, las urgencias de la Fed son mayores, por lo que no lo puede perder, mientras que el BCE dispone de un margen superior.

    La entidad norteamericana ya tiene la bomba de la recesión entre las manos, de ahí que ni siquiera esperara a la semana que viene para recortar los intereses. "El mensaje que está dando la Fed es que vamos a conocer malos datos en semanas venideras. Está emprendiendo una acción preventiva para evitar que llegue a haber una recesión", afirma Gustavo Trillo, director de gestión de JPMorgan Asset Management para España y Portugal. "La Fed no va a permitir que por pasividad propia la economía estadounidense entre en recesión", señalan igualmente los expertos de Banif.

    En este sentido, el banco de inversión Merrill Lynch ha reducido esta semana sus previsiones de crecimiento para Estados Unidos en 2008 a la mitad, del 1,6 al 0,8%. Además, los últimos datos de actividad adelantada, como los índices manufactureros de Nueva York y Filadelfia y el índice de indicadores líderes, más otras referencias de diciembre, como la caída de las ventas al por menor y el deterioro de la creación de empleo, confirman que la locomotora estadounidense está perdiendo fuerza a marchas forzadas.

    Europa

    Por el contrario, la zona euro no presenta por el momento tantas debilidades. De hecho, las previsiones mencionan para este año un crecimiento comprendido entre el 1,5 y el 2%. Es decir, una marcha inferior a la registrada en 2007, próxima al 2,5%, pero muy alejada de un escenario recesivo.

    Con estas expectativas como punto de partida, y sin perder de vista las presiones inflacionistas vigentes, el BCE no tiene prisas por recortar los tipos. O mejor dicho, dispone de más tiempo. Así, ¿qué pasaría si ahora reduce el precio del dinero y luego la primera economía mundial no acaba entrando en recesión y continúa creciendo -aunque sea a una tasa muy inferior a la de 2007-? "Es cierto que hoy las probabilidades de que haya una recesión en Estados Unidos han aumentado con respecto a las que había hace un trimestre, pero vemos más viable que no se produzca a que finalmente se materialice", matiza Gustavo Trillo.

    En caso de que EEUU esquive esa amenaza y el BCE hubiera bajado los tipos de antemano, la credibilidad de la institución europea como garante de la estabilidad de los precios, que constituye su objetivo estatutario, quedaría seriamente tocada. En su caso, por tanto, puede esperar y ver para comprobar cómo evolucionan los acontecimientos en las próximas semanas, por lo que está en disposición de seguir manteniendo los intereses.

    Retos pendientes

    Sin embargo, la actitud mostrada hasta la fecha por la Fed y el BCE dista de ser definitiva. En un entorno tan complejo como el actual, todo se mueve en el ámbito de lo provisional, sobre todo si se consideran los desafíos que aún tienen por delante.

    El de la Reserva Federal se divide en dos partes. A corto plazo, debe cerciorarse de la conveniencia de sus fuertes descensos de los intereses, algo que genera opiniones muy diversas. "No está claro que la economía requiera un estímulo semejante", advierte Simon Ward, economista jefe de NewStar. Dicho de otro modo, la Fed debe comprobar si suavizar la política monetaria es una decisión efectiva, porque de lo contrario estaría gastando en estos momentos una munición que puede ser muy preciada en el futuro. Para ello, debe evaluar si los bancos están dando préstamos a las empresas y las familias. Si no es así, las rebajas del precio del dinero no resultarían efectivas.

    Además, y ya pensando en un tiempo más lejano, Bernanke debe ser muy consciente de que los problemas no se acaban resolviendo los actuales. Si no quiere repetir errores pasados, deberá retirar la liquidez y subir los tipos a un ritmo vivo en cuanto sea posible para no volver a alimentar los excesos.

    ¿Y el BCE? Su reto es claro: suavizar su firmeza actual. "Los riesgos para el crecimiento están sobre la mesa, y en el BCE tal vez se detecta una falta de flexibilidad", avisa Pablo Guijarro. Es más, todo apunta a que será así en los próximos meses. Llegado el caso, Trichet deberá demostrar que también sabe bajar los tipos. Desde su llegada al BCE en noviembre de 2003 jamás lo ha hecho.