Bolsa, mercados y cotizaciones

Tres años y medio de conflicto en Ucrania o la historia de cómo las bolsas mundiales aprendieron a 'ignorar' una guerra

  • El S&P 500 y el EuroStoxx 50 acumulan ganancias de doble dígito en este tiempo
  • Las tecnológicas, empresas de defensa y bancos, principales catalizadores de valor
  • El rublo apenas se ha depreciado un 4% desde el inicio de la crisis geopolítica

Javier Luengo

Fue el inicio de la primera guerra en suelo europeo en décadas. El 24 de febrero de 2022 Rusia consumó el mayor ataque desde la Segunda Guerra Mundial. Lo hizo bajo el pretexto de "liberar" a Ucrania de un "régimen nazi" -así se refiere hoy todavía al Gobierno de Volodímir Zelensky- en el marco de una "operación militar especial" que esperaba que durase apenas unos días, como mucho semanas, pero no los tres años y medio que lleva ya el conflicto abierto y sin visos de cerrarse.

En aquella madrugada del 24 de febrero, las tropas rusas trataron de invadir Ucrania desde varios frentes. Varios bombardeos atacaron desde Jarkob y la región del Donbás, al este del país, hasta el puerto de Odesa, en el sur, en el Mar Negro. La capital, Kiev, tampoco se salvó de las bombas teledirigidas por drones rusos. Esta guerra comenzó apenas tres días después de que Rusia reconociera la independencia (unilateralmente) de las regiones separatistas de Luganks y Donetsk y durante los primeros compases de la operación, en un mensaje a la nación emitido por la televisión estatal rusa, Putin advirtió al mundo: "La Rusia moderna es una de las potencias nucleares más fuertes. Nadie debería tener dudas de que el ataque directo contra Rusia conducirá a una derrota y consecuencias devastadoras para un potencial agresor". Un aviso a la OTAN que Estados Unidos y el resto de aliados no ignoraron.

Washington y Bruselas tardaron en actuar. Desde el Despacho Oval de la entonces Casa Blanca demócrata de Joe Biden y las oficinas de la presidencia de la Comisión Europea de la alemana Úrsula Von Der Leyen hacían llamamientos a la calma esperando que Putin diese marcha atrás. Nada de esto pasó y se pusieron en marcha herramientas de presión contra Rusia con el ánimo de hacer al Kremlin desistir de su "campaña militar". Ni los embargos a oligarcas, la expulsión del país exsoviético de, entre otros, el sistema internacional de pagos ni la espantada de centenares de empresas occidentales de Rusia provocaron la mínima reacción de Putin.

Desde el comienzo de la invasión la ONU ha contabilizado ya la muerte de, al menos, 13.580 civiles, incluidos 716 niños, y 34.115 heridos, incluidos 2.173 menores. Este viernes, en Alaska, se quiere abrir un nuevo capítulo.

En el extremo occidental de las costas (heladas) de Estados Unidos se van a reunir Putin y su homólogo norteamericano, Donald Trump. Lo van a hacer en un territorio que Moscú vendió a Washington en el siglo XIX y que hoy las partes entienden como neutral para hablar de paz a más de 8.250 kilómetros de Kiev y sin la implicación de una de las partes, la atacada Ucrania.

A la cumbre de Alaska Trump llega molesto con Putin. Desde que asumió el cargo a mediados de enero, el republicano ha ido enfriando las relaciones con Kiev, pero ni con esas ha conseguido una marcha atrás del ruso. Quizás por esa, entre otras razones, recientemente haya anunciado un programa de transferencias de armamento más significativas al ejército ucraniano que resiste en el frente y amenazado a la India con aplicar aranceles más altos a sus importaciones por seguir comprando el sancionado petróleo ruso. La cita, sin la presencia de europeos y ucranianos, se entiende ya como una victoria diplomática para Putin aunque Estados Unidos no quiera venderla de ese modo a la opinión pública.

Si bien la guerra de Ucrania se entendió en un primer momento como un grave problema para la economía mundial, el tiempo ha demostrado que los terremotos, en bolsa, son inversamente proporcionales al paso de los meses. En los últimos tres años y medio, los vaivenes para el S&P 500 y el EuroStoxx 50 han sido constantes. Tras unas caídas abruptas con el inicio del conflicto, la recuperación llegó a finales de 2022 tras los éxitos militares de Ucrania en Jarkov y los planes de asistencia estadounidenses para Ucrania.

En 2023, los mercados siguieron subiendo; el motín de los sicarios de Wagner en junio provocó ciertas caídas momentáneas por la inestabilidad política rusa, pero la entrega de tanques por parte de Estados Unidos y Alemania en enero al ejército ucraniano devolvió la confianza a los inversores. Para septiembre, en medio del estancamiento de la contraofensiva, el S&P 500 siguió subiendo, impulsado por el sector tecnológico.

Con el paso de los meses, los impactos fueron mixtos en el mercado: la ofensiva rusa en Járkov en mayo y la captura de Avdiivka presionaron a las acciones europeas, pero la luz verde de un paquete de ayuda de 61.000 millones de dólares en abril estabilizó a los mercados. La incursión ucraniana en Kursk en agosto de aquel año aumentó la volatilidad, con las acciones de defensa como claras ganadoras, pero la entrada de las tropas norcoreanas en apoyo a Rusia en noviembre, junto con la reelección de Trump trajeron nuevas tazas de incertidumbre al mercado.

En los últimos meses, la apertura de negociaciones, incluyendo un alto el fuego parcial, favorecieron las subidas de las bolsas. A mediados de agosto, el S&P 500 acumula ya una subida de casi el 50% respecto de los niveles previos al estallido de la guerra de Ucrania, superando al EuroStoxx 50 (39%), gracias a la resiliencia tecnológica estadounidense y la cercanía del Viejo Continente al conflicto.

En el caso del español Ibex 35, allá por 2022 estaba en el entorno de los 8.500 puntos, pero la inversión de Ucrania desató un vendaval que lo llevó a perder un 8,2% ese año, tocando mínimos no vistos desde 2020. La dependencia europea del gas ruso, combinada con una inflación disparada y disrupciones en las cadenas de suministro, golpeó especialmente a sectores como la energía y la banca. Sin embargo, con el paso del tiempo y habiendo sido las empresas del selectivo capaces de demostrar la resiliencia de sus modelos de negocio, el selectivo ha vuelto a subir hasta niveles no vistos desde 2007 por encima de los 15.000 puntos (76% de subida desde febrero de 2022).

En Alemania, el Dax sufrió uno de los mayores golpes de la desconexión con Rusia a raíz de su extrema dependencia del gas de Putin. Para 2022, el Dax se negociaba en los 14.500 puntos, hoy ya está más de un 67% por encima de esos niveles de entonces. Y en Francia, el Cac, menos expuesto a Rusia que su homólogo alemán, ha sido capaz de mostrar una mayor resistencia ya que sectores clave como el lujo (LVMH, Kering) y la defensa (Airbus) amortiguaron el impacto, gracias a la demanda internacional sostenida y al "efecto refugio" en activos defensivos. Desde el inicio de la guerra, repunta un 15%.

¿Quienes han sido las principales beneficiadas en el periodo? En Estados Unidos las tecnológicas con Super Micro Computer (1067,2%) y Nvidia (671,5%) a la cabeza beneficiadas por el desarrollo de la inteligencia artificial mientras que en Europa, el escenario bélico y los planes de más gasto en defensa han disparado, entre otras al titán alemán Rheinmetall (1448,2%), seguido del banco italiano Unicredit (456%) y los españoles BBVA (201,6%) y Santander (166%).

El rublo: estable entre controles y un comercio redirigido

Mientras tanto, la economía rusa está aguantando el golpe de la guerra. El impacto inicial de las sanciones internacionales y la ruptura de la cadena de suministro provocó una contracción del PIB, según datos de la federación, del entorno del 2,1%. Sin embargo, 2023 sorprendió a los analistas ya que el fuerte aumento del gasto público, especialmente en sectores vinculados al esfuerzo militar, y la redirección de exportaciones energéticas hacia Asia permitieron un repunte del 3,6%. En 2024, la dinámica se mantuvo e incluso se intensificó hasta cerrar el ejercicio con una expansión del 4,3%.

No obstante, el fuelle se está quedando sin fuerza en 2025. El Fondo Monetario Internacional ha rebajado su proyección de crecimiento para este año a apenas 0,9%, el recorte más pronunciado entre las economías relevantes. El Banco Mundial estima un 1,4% y la Comisión Europea un 1,7%, cifras que reflejan una economía sostenida casi exclusivamente por el gasto bélico y cada vez más desconectada de un ciclo de inversión productiva a largo plazo.

Unas cifras macroeconómicas condicionadas también por el repunte de la inflación y los esfuerzos del Banco de Rusia para contener la escalada de precios. Así, el rublo apenas se ha depreciado un 4% desde el inicio de la guerra.

La estabilidad de la divisa frente al dólar estadounidense se ve respaldada, según indican los expertos, por los ingresos procedentes de la venta de productos energéticos, a pesar de los recientes ataques ucranianos a refinerías y plantas gasísticas y el rechazo de Kiev a perder territorios en favor de Rusia en un eventual acuerdo de paz auspiciado por Estados Unidos.

El petróleo, activo clave

Y es que precisamente la energía es uno de los activos que más volatilidad ha acusado en los últimos años a raíz de los ataques rusos sobre Ucrania, en especial, el petróleo. Hoy el barril de Brent cotiza a 66,9 dólares, un 32,4% por debajo del precio de inicio de la guerra y un 47,7% por debajo del máximo alcanzado en marzo de 2022 cerca de los 130 dólares por barril.

La caída sostenida del petróleo desde los máximos de guerra no es solo una corrección de mercado, sino el reflejo de una nueva realidad que invita a una pregunta: ¿ha conseguido el mundo funcionar sin la amenaza constante de la escasez energética? La culpa es de los planes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para incrementar el bombeo. Arabia Saudí ha liderado una aceleración del retorno de la oferta retirada durante 2023, generando un shock de producción en el mercado que ha provocado un desplome de los precios.