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"Sell in May": ¿Sabiduría de mercado o superstición de calendario?
Álvaro Lleras Montoya
Madrid,
Pocas frases han sobrevivido tantas primaveras en el imaginario financiero como "Sell in May and go away". La máxima sugiere que los meses de verano son menos rentables para los mercados bursátiles, por lo que sería mejor retirarse en mayo y regresar cuando llegue el frío. Como ocurre con muchos dichos de mercado, hay algo de base estadística, pero también mucho de simplificación peligrosa.
Si analizamos los rendimientos mensuales promedio del S&P 500 desde 1920, el periodo entre mayo y octubre ha sido históricamente menos rentable que el de noviembre a abril. Pero esto no significa que sea negativo. Un estudio propio con datos de Bloomberg a cierre de abril de 2025 muestra que mayo, con una rentabilidad media del 0,01%, es un mes plano, no bajista. Lo interesante es que los trimestres móviles (rolling 3 meses) que comienzan en mayo tienen, en promedio, retornos positivos: el tramo mayo-julio suma un 2,34%, mientras junio-agosto alcanza un sólido 3,24%.
Además, julio es el mes más fuerte del año hasta ahora, con una media del 1,67%, muy por encima de septiembre (-1,17%), el verdadero mes a vigilar. Así que, si de estacionalidad se trata, los datos recientes invitan a matizar: lo complicado no empieza en mayo, sino cuando se regresa de vacaciones.
Este mes de mayo no llega en calma. A inicios de abril, el endurecimiento arancelario impulsado por Trump sacudió a los mercados, pero el S&P 500 ha logrado recuperarse rápidamente y ronda los 5.631 puntos. A pesar de esta resiliencia, las tensiones comerciales persisten. Esta semana, Estados Unidos y China celebran una esperada reunión en Suiza para abordar la situación. Por ahora, no hay señales de que se vayan a suavizar los aranceles del 145%, lo que mantiene una tensión latente en los activos de riesgo.
A esto se suma una Reserva Federal que se ha negado a recortar tipos en su última reunión. Con la inflación sin ceder al ritmo deseado, el banco central mantiene los tipos entre el 4,25% y el 4,5% y ha dejado claro que no hay urgencia en flexibilizar la política monetaria. Para los mercados, esto significa un verano sin el "efecto alivio" de tipos más bajos.
Hasta el momento, el 80% de las empresas estadounidenses y el 50% de las europeas han presentado resultados del primer trimestre. Aunque las cifras superaron las previsiones con sorpresas positivas del 8% en EE. UU. y 7% en Europa, apenas la mitad superaron estimaciones de ingresos. Y lo más relevante: los efectos de los aranceles aún no se han reflejado plenamente en los balances, ya que las nuevas tarifas apenas entraron en vigor en abril.
A pesar de ello, los analistas aún esperan un crecimiento del 8% en los beneficios de EE. UU., aunque esas previsiones están empezando a bajar con rapidez. En este entorno, las oportunidades podrían estar en sectores con historias de crecimiento estructural y menor exposición a conflictos comerciales. La idea no es desconectarse, sino reposicionar la cartera con cabeza.
Entonces, ¿vender en mayo?
Depende. Si se busca una táctica de muy corto plazo, reducir exposición puede tener lógica. Pero para el inversor medio o de largo plazo, dejarse guiar por un calendario puede ser más superstición que estrategia. Lo más sensato es revisar la composición de la cartera, pensar en diversificación real y buscar activos que ofrezcan equilibrio ante posibles sobresaltos.
Con los bancos centrales aun haciendo frente a la inflación, la aparente relajación de la guerra arancelaria de Trump, conflictos geopolíticos y valoraciones exigentes en muchos sectores, lo sensato no es desaparecer del mercado, sino mantenerse atento y actuar con criterio.
Por otro lado, el contexto también puede abrir oportunidades para el inversor paciente. Es cierto que los bancos centrales siguen por detrás de la inflación y mantienen una postura restrictiva, pero el mercado también reacciona con fuerza ante cualquier giro inesperado. La guerra arancelaria, por ejemplo, no solo ha sido fuente de tensión: también ha generado repuntes súbitos, como la fuerte subida de la última semana tras el anuncio del acuerdo entre EE. UU. y China para reducir aranceles recíprocos. En un entorno tan cambiante, donde las noticias pueden mover los índices en ambas direcciones, conviene estar posicionados para la resiliencia, pero también para capturar valor. Empresas con balances sólidos, bajo endeudamiento y modelos de negocio menos expuestos a ciclos globales pueden ofrecer refugio sin renunciar al crecimiento. En lugar de abandonar el mercado, este puede ser un buen momento para separar el ruido del fondo, y aprovechar el verano no para irse, sino para afinar la estrategia.