El precio del gas europeo cotiza bajo su media histórica con los inventarios llenos

  • Los almacenes de gas en Europa están al 90% en pleno invierno
  • La actividad industrial de la eurozona acumula seis meses a la baja, que consumo menos energía
  • Las suaves temperaturas y los envíos de gas natural mantienen bajos los precios
Reservas de gas en Europa. Dreamstime

Sergio Fernández
Madrid,

El precio del gas es una de las mayores preocupaciones de los europeos cuando llega el invierno. Más aún desde que estalló el conflicto de la guerra de Ucrania y el uso del gas como arma contra Europa por parte de Rusia. Y, sin embargo, el precio del gas natural europeo cotiza por debajo de su media histórica en mitad de diciembre tras una breve ola de frío que afectó a la mitad norte del continente.

El TTF (de Title Transfer Facility, contratos futuros de gas natural de referencia en Europa) cotiza en los 35,2 euros por Mwh, por debajo de la media de los últimos cinco años que se sitúa en los 49 euros el MWh. Además, el precio del gas cae más de un 55% desde los máximos del año y está en niveles anormalmente bajos para esta época, en comparación con los ejercicios pasados y no solo con el abrupto 2022. El gas es así la materia prima que más recorta su precio en lo que va de ejercicio.

Los contratos de gas natural suelen liquidarse con descuento respecto a los suministros del mes siguiente a partir de marzo o abril, según Bloomberg, cuando las temperaturas tienen a subir. Sin embargo, es la primera vez desde 2020 (por el efecto de la pandemia) que el diferencial entre precios del gas de un contrato respecto al del mes siguiente se sitúa por debajo de cero en pleno invierno. Como ejemplo, ya se está pagando más caro el futuro del gas para verano de 2024 que los del próximo mes de enero.

Son varios los efectos que provocan el desplome de los precios del gas natural cotizado aunque tres de ellos predominan sobre el resto: Estados Unidos mantiene un constante envío de gas licuado por barco, los inventarios en Europa están llenos y la industria europea no precisa de tanto suministro al no estar a pleno rendimiento.

A pesar de la breve corriente de frío que cubrió de nieve buena parte del norte y noreste de Europa, lo cierto es que las temperaturas están siendo suaves, en general. Esto, unido a que la guerra de Ucrania dejó el mantra de que llega el invierno y hay que estar preparado mantiene los inventarios de gas natural por encima del 90% de su capacidad total. Países como Alemania, que se encuentra entre los más consumidores de la eurozona y de los que mayor capacidad de almacenaje tiene, registra un nivel al 92%, según la agencia de almacenaje de gas europea AGSI con datos a 13 de diciembre. Los siguientes países con más capacidad para guardar gas, Francia, Países Bajos, Italia y Austria también están en la media mientras que España tiene sus depósitos al 97%, aunque su capacidad es de menos de 34 TWh.

En total la Unión Europea tiene almacenados 1.026,86 TWh. No obstante, los altos inventarios de gas europeos no garantizan su independencia energética ni siquiera un año. El consumo medio anual de la eurozona es de 3,760 TWh, con lo que los depósitos darían para menos de un trimestre de consumo. Y este consumo no es equitativo, ya que el periodo actual es el de mayor demanda. De hecho, los cálculos estiman que un invierno en condiciones normales agotaría la capacidad total de la eurozona en poco más de un mes.

El mercado ya no está tan pendiente de las tensiones geopolíticas como lo estuvo en 2022, cuando el cierre del grifo ruso hizo pensar a los inversores en una economía congelada de Portugal a Polonia. Pero en la actualidad los cargamentos en barco de gas natural de Estados Unidos a Europa están prácticamente suplen la totalidad de las necesidades que antes se cubrían con el gas ruso. Estados Unidos está a punto de convertirse en el mayor exportador del mundo de gas natural licuado mientras los precios de los contratos a futuro de su mercado también registran desplomes. Además, los precios de los transportes marítimos, los fletes, también están normalizados después de los abruptos cuellos de botella que provocó la rápida recuperación tras la pandemia del coronavirus, aunque en las últimas semanas aparecieron nuevas amenazas que amenazan con congestionar dos de las rutas más significativas para el transporte marítimo mundial, como es el Canal de Panamá y el estrecho de Ormuz (véase información aledaña).

El gas natural se acumula en los puertos

Ahora, las compras de gas natural licuado han caído y los barcos se acumulan en los puertos europeos a la espera de que los precios sean más atractivos para iniciar la descarga y transacción. Y es que el número de cargueros de combustible que están a la espera en el mar por más de 20 días está en máximos de 2017 y es un 70% más alto que el promedio de los últimos seis años. Es decir, los costes de mantener parado un barco sin realizar nuevos transportes estarían compensados por vender en un futuro a un hipotético mejor precio.

Las previsiones de muchas operadoras y compañías calcularon incluso que saldría a cuenta traer gas desde Asia a una Europa sin suficientes recursos de gas. Sin embargo, el buen tiempo ha jugado en su contra hasta la fecha.

Todo este contexto habría sido el mejor aliado de Europa en condiciones normales. Pero la realidad es que la actividad industrial europea no está funcionando a pleno rendimiento, lo que también contribuye a unos precios bajos e inventarios de gas elevados. La producción industrial de la Unión Europea disminuyó otro 6,6% en noviembre de 2023 con respecto al mismo periodo de 2022 según el índice de Producción Industrial (IPI) de Eurostat. Y acumula así seis meses consecutivos a la baja. Gran parte de esta contracción de la actividad europea se debe a Alemania, cuya economía se ha visto perjudicada por una dependencia a China y a su lenta recuperación tras la pandemia. De hecho, las previsiones que recoge el consenso de Bloomberg señala a Alemania como una de las economías de la eurozona que entrarán en recesión técnica en los próximos meses, aunque sin que llegue a extenderse al conjunto del 2024.

Por otra parte, el rápido recorte de los precios del gas natural en Europa puede crecer en forma de 'V' ante cualquier turbulencia del mercado. El encarecimiento del precio de la energía ha sido el centro de la última crisis económica en Europa, con los costes energéticos forzando a las empresas a incrementar sus precios, lo que amenaza con crear una espiral inflacionista muy complicada de solucionar en el medio plazo si se convierte en un fenómeno crónico. Por eso es tan importante que el gas haya caído hasta los niveles actuales.

El descenso de los precios de la energía, y su estabilidad en niveles más bajos que los que se vivieron el año pasado, es uno de los factores que necesitaban ver los bancos centrales para poder asegurarse de que la inflación está encaminada hacia su objetivo del 2%. Un aspecto que reflejaron tanto el Banco central Europeo (BCE) como la Reserva Federal de Estados Unidos. Si la tendencia continúa como hasta ahora, con la inflación cayendo hasta el 2,4% en la lectura de noviembre de la zona euro, permitirá que el BCE recorte los tipos de interés, y suavice el incremento en los costes de financiación para las empresas que reduciría sus márgenes y beneficios empresariales.

Que el gas se mantenga barato en los próximos meses no sólo es clave para el buen desempeño de la economía europea. En el frente geopolítico, el precio del gas también juega un papel fundamental para la Unión Europea. El apoyo a Ucrania en la guerra contra Rusia se ha visto empañado durante los dos últimos años por la dependencia europea de las importaciones de gas ruso, algo que choca frontalmente con la estrategia de proteger a Ucrania contra su vecino del este.

Rusia depende enormemente de los ingresos que recibe por las exportaciones de recursos energéticos para poder financiar su invasión, y unos precios bajos, tanto del gas como del petróleo, perjudican al país que dirige Vladimir Putin.

Esta misma semana, la Unión Europea ha llegado a un acuerdo para empezar a elaborar una regulación que prohíba las compras de gas natural licuado desde Rusia, una norma con la que se intentará evitar que la Unión financie a Rusia al mismo tiempo que condena la invasión a Ucrania. "El reglamento contendrá disposiciones que permitirán a los estados miembros restringir el suministro de gas natural, incluido el licuado, desde Rusia o Bielorrusia, con el objetivo de proteger los intereses de seguridad de los estados miembros, teniendo en cuenta la seguridad del suministro y la diversificación", ha señalado este lunes el Consejo de la Unión Europea.

Esta nueva norma europea que podrían implantarse en los próximos meses, complicará aún más la guerra en Ucrania para Rusia, pero, sin duda, contar con el gas barato como aliado será clave para intentar evitar que el país cumpla con sus objetivos en la guerra y adelante su claudicación.