Bolsa, mercados y cotizaciones

El inversor en renta fija tiene aún un gran colchón de seguridad

  • Los tipos tendrían que subir más de 100 puntos para perder dinero en un año

Carlos Simón García
Madrid,

Durante los últimos meses se ha ido construyendo, lógicamente, cada vez un mayor consenso en torno al gran momento que impera para entrar en renta fija. Y es verdad. Desde hace meses el riesgo de perder con un activo de deuda se ha ido reduciendo y las posibilidades de ganar, tanto por la vía de los cupones a vencimiento como por el propio movimiento de los precios de los bonos, han sido cada vez mayores. Ahora el entorno de tipos parece, y solo parece, haberse clarificado enormemente ya que se han reducido mucho las posibilidades de ver más alzas por parte de los grandes bancos centrales y solo queda ajustar cómo será el ritmo de las bajadas, que lo marcará la evolución de una inflación que ya parece controlada por un lado y, por otro, la corrosión que el precio del dinero conlleve en la economía.

Si esta situación no da un giro de 180 grados, podemos hablar que durante los próximos meses el paraíso para el inversor está en la renta fija ya que se complica considerablemente perder con ella. Desde los mínimos (de precio) alcanzados a finales de octubre, la deuda global ha repuntado entre un 5 y un 6%, unas ganancias altísimas hablando de este tipo de productos, con un carácter más conservador. Pese a esto, las puertas del paraíso siguen abiertas de par en par ya que el interés exigido a la deuda tendría que elevarse mucho para perder dinero.

Poniendo un ejemplo concreto, si se comprase ahora un bono a 10 años emitido en febrero de 2019 con una rentabilidad a vencimiento del 4,9%, el rendimiento medio de la deuda estadounidense a 4,3 años (un año menos del plazo que queda ahora) tendría que pasar del 4,93% actual (datos de finales de octubre) al 6,12%. Es decir, tendría que elevarse en 119 puntos básicos, algo que ahora parece altamente improbable, para borrar toda la posible ganancia con un horizonte temporal de inversión de un año. Este ejemplo es válido ahora, pero las circunstancias de cada inversor pueden ser diferentes, por lo que, desde Icaria tratan de explicar los distintos elementos que componen un activo de deuda que hay que tener en cuenta para ponderar el riesgo de una posible inversión y calcular cuánto debe cambiar el entorno actual para que la ecuación rentabilidad/riesgo no sea atractiva.

La rentabilidad a vencimiento está compuesta por el cupón cobrado y el movimiento del precio hacia la par (que puede ser positivo o negativo). La rentabilidad que se obtiene simplemente por quedarse a vencimiento se denomina carry, mientras que a medida que pasa el tiempo la yield va moviéndose hacia la parte corta de la curva, que en circunstancias normales, hace que el precio vaya subiendo (si no está invertida). A esta rentabilidad se le denomina roll-down return, según explican desde Icaria. Los cambios del precio también vienen por movimientos en la propia curva de tipos y no por el simple paso del tiempo y esto se da en mayor medida en vencimientos largos.

Con todo esto, tomando como horizonte de inversión un año, ¿cuánto tendrían que subir los tipos para perder con un bono? "Una forma sencilla de calcularlo es comparar la duración del bono con la yield. Si el bono rinde un 3% anual, sabemos que el precio del bono no puede caer más de un 3% en el plazo de un año. Si la duración es de 5,6, entonces es tan sencillo como dividir 3% entre 5,6, lo que nos da un resultado de 0,54%. Es decir, si en el plazo de un año la yield del bono sube 54 puntos básicos o más, perderemos dinero con nuestra posición", exponen desde Icaria. Sin embargo, este sencillo cálculo no tiene en cuenta el roll-down.

Llevando esto a un ejemplo concreto, desde Icaria explican que "lo normal es que las curvas de tipos sean ascendentes, pero en este momento hay curvas invertidas que funcionarían de otra forma para hacer el cálculo". La gestora propone para el ejemplo un bono americano a 10 años emitido el 15 de febrero de 2019. El cupón al que se emitió fue del 2,66% y la duración de 8,85 (hay que recordar que la duración no es lo mismo que el plazo, que en este caso sería 10 ya que la duración es la media del vencimiento ponderado de todos los flujos de caja de ese bono). Actualmente este bono, en el mercado secundario se sitúa en el 4,9% aproximadamente.

El cálculo

Si comprásemos ahora este mismo bono, el plazo sería de 5,3 años y la duración de 4,96 y la rentabilidad exigida a vencimiento del 4,9%. La curva de tipos para los 4,3 años se sitúa en el 4,93% (a fecha de finales de octubre), que está por encima de los 5,3 años al estar invertida, lo que implica que el roll-down del paso del tiempo es negativo en 3 puntos básicos. Ahora, la ratio de la duración entre el plazo da 0,936, que multiplicado por el plazo que quedará dentro de un año (4,3) da 4,02, que a su vez multiplica por el 0,03% negativo anterior y sale una pérdida total en roll-down del -0,12%.

Entonces, si la curva de tipos no se moviese durante un año, la rentabilidad esperada sería del 4,9% (la yield al comprar el bono), 0,12% del roll-down, 4,78% en total. Dentro de un año la duración será de 4,02. "Para que un bono con esa duración genere una pérdida del 4,78% su yield tiene que subir 4,78/4,02, que es 1,19%. Es decir, la rentabilidad del bono debe pasar del 4,93 al 6,12% en un año para borrar todas las ganancias", explican en Icaria. "Por tanto, el margen de seguridad que tenemos actualmente de 119 puntos es mayor a los 39 puntos que teníamos en 2019 con el mismo bono gracias a una menor duración que elimina el riesgo y a que la rentabilidad de la deuda pública de Estados Unidos ha subido mucho desde 2019, por lo que tenemos un colchón más grande para absorber pérdidas por caída de precio", concluyen.