Bolsa, mercados y cotizaciones

El gestor foráneo no quiere ayuntarse con la bolsa española


    Joaquín Gómez
    Madrid,

    Cuando se toman los peldaños de la equivocación nunca se sabe dónde conduce esa escalera. Más o menos es la traducción de lo que me contaba estos días una de las personas que más me ha influido como inversor, precisamente, cuando le comentaba que veía una oportunidad en bolsa española por valoración frente a la europea. Mi argumento principal es que por el Ibex se paga hoy un multiplicador de beneficios inferior a las diez veces, más de tres puntos inferior al de la bolsa europea. Para reforzar mi reflexión recalqué que la expectativa de ganancia de Ibex es 2,5 puntos porcentuales superior a la del Stoxx, la mayor diferencia a su favor de los últimos años.

    "Impecable reflexión en números", me dijo quien considero un gran analista y gestor. "El problema es que después de tres décadas de milagro económico español tras la Transición, tu país va camino de convertirse en un estado fallido. Una nación incapaz de afrontar el problema de deuda que tiene, de su envejecimiento; sin ninguna política industrial salvo la que le cae casi sin hacer nada -la de sol y playa-; y la degeneración política es tan evidente que los partidos que representan a la mayoría de los ciudadanos son incapaces de formar un gobierno de concentración porque tienen las mismas divisiones que la España de la II República".

    Su conclusión es que no hay que invertir en España, aunque en la práctica sea un value. "Además es un mercado muy bancarizado en un ciclo en el que se agotan las subidas de tipos; una trampa permanente como es Telefónica; una petrolera siempre barata frente al resto, pero con nada diferente respecto a las mejores de cada nicho; una eléctrica pionera en energías renovables pero que se paga cara frente al sector; e Inditex, que casi nunca falla".

    Me contaba que en una reunión en Londres, en marzo de 2016, meses antes del Brexit, aún con el convencimiento de que lo que importan son los países en los que están las empresas en las que se invierten y no la selección de mercados a los que llevar el dinero, un grupo de gestores pusieron una cruz a España por la deriva que tomaba el problema catalán y la ausencia absoluta entre nuestros políticos de estadistas. Puntualmente miran alguna compañía con un porcentaje muy elevado de su negocio fuera de España, pero el Ibex como concepto es un mercado al que no quieren ayuntarse. La constatación de lo que ocurre se demuestra con el volumen de negociación de BME, que es solo el triple que cuando se creó el Ibex a comienzos de los noventa y más de un 40% inferior al del máximo histórico de 2007.

    Desde aquella reunión que mencionaba el gestor que veta a España, el Ibex está en los mismos niveles, el Stoxx 600 ha subido un 35%; y el S&P 500, más del 110%. El final de la escalera es una trampa de valor, por mucho value que justifican los números.