Bolsa, mercados y cotizaciones

Bolloré, el 'Napoleón de los medios' que ahora quiere conquistar Prisa

  • El empresario pide autorización al Gobierno para comprar acciones
  • Con Financière de l'Odet participa en Vivendi, Prisa y Universal Music
  • Podría jubilarse el año que viene, cuando cumple 70 años
Vincent Bolloré, principal accionista de Vivendi. Foto: AFP.

Xavier Martínez-Galiana

El empresario galo, con participaciones en Vivendi y Universal Music, redobla sus esfuerzos por controlar la prensa europea, desde Lagardère a el editor de El País. El empresario habría prometido dejar todos sus cargos en 2022, cuando cumple 70 años.

Hace doscientos años, las calles de Madrid bullían al grito de mueran los franceses contra las tropas de Napoleón. Hoy, todo es diferente. Francia es un país amigo, pero basta que llegue un galo a España con pretensiones de control para que algunos vuelvan a sentir escalofríos.

Vincent Bolloré entró en abril en el capital de Prisa (El País, Cadena Ser, Santillana) con una participación del 9,93%, pero parece ser que quiere más. Si no, ¿por qué Vivendi -empresa de Bolloré- presentó una solicitud "para la obtención de autorización del Consejo de Ministros a la adquisición de acciones de Prisa representativas de hasta un 29,9% de su capital social", como comunicó Prisa a la CNMV el 25 de octubre?

Conjeturas aparte, Vivendi señaló en su misiva a Prisa que, por ahora, no estaba en negociaciones con nadie para comprar más acciones.

"Vincent Bolloré, un imperio construido a base de golpes financieros", titulaba hace dos meses Le Monde. "El industrial bretón ha logrado la mayoría de sus conquistas manteniéndose por debajo del umbral del 30% del capital, umbral a partir del cual se hace obligatoria una opa", escribía la periodista Isabelle Chaperon. Puede que esa estrategia le funcione al magnate galo, pero también es cierto que la prensa francesa es un juego complejo de intereses entre millonarios.

Le Monde es propiedad de Xavier Niel (dueño de la teleco Iliad) y el banquero Matthieu Pigasse, según la cartografía mediática elaborada el año pasado por Le Monde Diplomatique y Acrimed. Bernard Arnault, patrón de LVMH, controla Les Échos y Le Parisien; la familia Bouygues (construcción, telecomunicaciones) posee las televisiones TF1 y LCI; los Dassault (aviones militares, software) son dueños de Le Figaro; Patrick Drahi, propietario de la teleco Altice, tiene BFM TV y Libération y participa en L'Express; François-Henri Pinault (Kering) posee el semanario Le Point, y Vincent Bolloré tiene en su haber Canal+ y CNews (de tono conservador), que controla a través de Vivendi, compañía a su vez propiedad de Bolloré SA, la cual está bajo el paraguas de Financière de l'Odet.

Pero aún hay más. "Lagardère pronto será digerido por el ogro Bolloré", publicaba en septiembre Libération, en referencia a la opa de Vivendi sobre el grupo de medios de Arnaud Lagardère después de comprar la parte del fondo Amber Capital (también presente en Prisa). Así, la editorial Hachette, la radio Europe 1, el semanario Le Journal du Dimanche y la revista Paris Match pasarán a manos de Bolloré y sus delfines Cyrille y Yannick.

"Nunca antes se había logrado tal concentración horizontal y vertical en el mundo de los medios y la comunicación. Un signo más de nuestro colapso democrático", subrayaba hace dos meses Martin Orange en el diario digital Mediapart. En octubre, publicaba este medio, fue despedido Hervé Gattegno, editor de Paris Match y Le Journal du Dimanche, "en una medida precipitada por las fotos que avergonzaron al ensayista de extrema derecha Éric Zemmour, otro empleado de Bolloré, que se espera que se presente a las elecciones presidenciales francesas del próximo año".

Vincent Bolloré, homme d'affaires de currículum inabarcable, nació en 1952 en las inmediaciones de París. Fue consejero del Banco de Francia y llegó a presidente de la empresa familiar, Papeteries Bolloré, en 1981, firma que empezó a cotizar en 1985 y sobre la que construyó su imperio. Sus negocios actuales incluyen la firma de comunicación y marketing Havas (que preside su hijo Yannick), Universal Music Group (discográfica muy rentable que separó de Vivendi, sacó a bolsa en septiembre y de la que tiene un 18%), o Blue Systems, con la que fabrica baterías para autobuses. Tras apostar durante años por los videojuegos de Ubisoft, en 2018 vendió su participación del 27,3% a varios inversores, entre ellos Tencent, por 2.000 millones de euros.

Pero, además, Bolloré -amigo de Sarkozy, no tan amigo de Macron-, está presente en 42 puertos africanos como operador de terminales de contenedores, agente de líneas marítimas o estibador. Sin embargo, según publicó Le Monde en octubre, el empresario habría solicitado a Morgan Stanley que busque compradores para Bolloré Africa Logistics. Un negocio que le puso bajo investigación judicial en 2018 por presunta corrupción para conseguir concesiones de puertos en países como Guinea y Togo.

Bolloré será recordado por muchas cosas, pero también como el hombre que fulminó a los Guiñoles en 2018 de la parrilla de Canal+

"Es en parte un inversor activista, en parte un financiero de capital privado en un país que no ama ni lo uno ni lo otro; un 'pirata' empresarial que vigila los registros de accionistas de augustas empresas", decían de Vincent Bolloré en The Economist, en un artículo de 2019. La estructura de su emporio es tan imbricada que "cuando una empresa paga un dividendo, el dinero pasa por varios holdings antes de que una parte vuelva a su propia cuenta bancaria".

El año pasado, en un extenso artículo sobre su trayectoria, L'Express lo describía así: "En Bolloré, hay un toque de Georges Duroy, el seductor amoral de Maupassant, una pizca del Edmond Dantès de Dumas en su sed de venganza, y una pizca del Largo Winch de Van Hamme en el desinhibido y desenfrenado hombre de negocios".

Mencionaba The Economist que Bolloré ha prometido dejar todos sus cargos en 2022, cuando cumple 70 años y el negocio familiar, 200. Sin duda, será recordado por muchas cosas, pero también como el hombre que fulminó a los Guiñoles en 2018 de la parrilla de Canal+, así como al programa satírico Le Petit Journal de Yann Barthès. Vincent Bolloré dejó clara su postura hace unos años en una entrevista a la radio pública France Inter: "Prefiero cuando [los empleados de Canal+] se dedican más a descubrir que a ridiculizar".