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Cisne Negro: ¿Qué ocurrirá si no regresamos al mundo previo a la pandemia?


    elEconomista.es

    Un cisne negro es algo único, inesperado y de gran impacto. Como señala el inversor y filósofo Nassim Taleb siempre intentamos racionalizar estos acontecimientos y hacerlos más predecibles, aunque tengan atributos retrospectivos. Mientras que las pandemias son estadísticamente predecibles, nuestra capacidad para evaluar las respuestas probables y sus tasas de éxito es muy deficiente.

    Al menos eso consideran desde Macquarie Research, donde justifican este hecho señalando la proliferación de nuevas variantes del coronavirus y lo que parece ser una capacidad limitada para adelantarse a ellas. Es por ello que se preguntan en una nota a sus clientes si los inversores deberían cuestionar el regreso a la normalidad previa al Covid-19 o como mínimo si enfrentaremos restricciones intermitentes y aleatorias que durarán años, a media que el virus muta a lo largo del alfabeto griego.

    Entonces, ¿cómo será el clima de inversión si un cisne negro se materializa en los próximos 12 a 18 meses?. Según el banco, esto conduciría indudablemente a una volatilidad mucho mayor en la demanda y la capacidad de lo que descuentan tanto los bancos centrales como los gobiernos. De hecho, un brusco descalabro de la demanda y un exceso de oferta podría, por ejemplo, desplomar los precios del petróleo. Incluso a cero, plantean desde Macquarie.

    Al mismo tiempo, las cicatrices en la economía global podrían ser mucho más profundas, alterando significativamente el comportamiento de los consumidores y las empresas. El PIB mide la producción actual, pero no tiene nada que decir sobre los activos, la riqueza o incluso la eficacia de las políticas, y ciertamente no mide las potenciales cicatrices en la actividad. Una circunstancia como esta implicaría con toda seguridad que el tan esperado exceso de ahorro (globalmente de alrededor de 5 billones de dólares) resultará ser ilusorio.

    Por otro lado, las oscilaciones de la demanda y la oferta dejarán a los gobiernos y responsables políticos ante el dilema de cómo juzgar la combinación adecuada de apoyos fiscales. Los bancos centrales se enfrentarán a retos similares, ya que la retórica de la hiperinflación será rápidamente sustituida por la deflación, dejando un margen limitado para los ajustes.

    Bajo este panorama, las estrategias de inversión girarán en torno a un péndulo inflación-desinflación, que oscilará con más fuerza frente al consenso de normalización. Las curvas empinadas y las tasas de equilibrio crecientes serán sustituidas por un aplanamiento y posterior inversión de la curva de rendimiento.

    Aunque la probabilidad de que se produzca un cisne negro no es alta, ya no es nula, y a medida que proliferan las variantes, este tipo de evento podría convertirse en el resultado más probable, según reconoce Viktor Shvets, analista de Macquarie Capital. Shvets ofrece una serie de recomendaciones para los inversores.

    Entre ellas, tratar de protegerse. Durante los periodos plácidos, acumular volatilidad (VIX, MOVE, etc.). También adoptar estrategias temáticas y tener cuidado con los repuntes de las acciones de valor. Además es probable que la persistencia de este tipo de perturbaciones impulse aún más los activos digitales.