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La Fed afronta una metamorfosis tras la carrera por la Casa Blanca

  • Trump dejará su huella en el banco incluso si Biden gana las elecciones
Reserva Federal estadounidense

José Luis de Haro
Nueva York,

A 74 días de la cita electoral en la que los estadounidenses decidirán si revalidar al presidente Donald Trump en su puesto o, por el contrario, depositar su confianza en el demócrata, Joe Biden, la Reserva Federal enfrenta cambios independientemente de quién ocupe la Casa Blanca. En un momento en que el banco central estadounidense se ha convertido en un dique para la economía patria, las presiones más o menos implícitas, garantizan que la política monetaria ultra acomodaticia ha llegado para quedarse.

En estos menesteres, los intentos de continua politización por parte de Trump pueden dejar huella en el Consejo de Gobierno de la Fed, especialmente si el Senado confirma finalmente a Christopher Waller y Judy Shelton para ocupar los puestos todavía vacantes.

Si esto ocurriera, el mandatario habrá nominado a seis de los siete miembros del principal órgano del banco central, donde el ex presidente Barack Obama encumbró a la gobernadora Lael Brainard y a Jerome Powell, quien posteriormente ocupó la presidencia de la Fed bajo el beneplácito del actual mandatario.

"A pesar de que inicialmente nombró candidatos más convencionales para ocupar un número inusualmente alto de vacantes en el Consejo de Gobierno de la Fed, durante la mayor parte de los últimos dos años, las continuas críticas de Trump ponen de manifiesto que tratará de forzar una Fed ultra acomodaticia gane o no un segundo mandato", reconoce Andrew Hunter, economista de Capital Economics.

El principal caballo de Troya en la recámara del republicano reside en el polémico desembarco de Shelton, quien ocuparía el puesto dejado por la ex presidenta de la Fed, Janet Yellen, hasta por lo menos 2024.

Si acabara siendo confirmada por la Cámara Alta, donde el partido de Trump cuenta con una mayoría simple, esta profesora de economía, que ha generado polémicas por favorecer la vuelta al patrón oro y considerar que el banco central cuenta con demasiado poder, se convertirá en una figura clave.

Remodelar la Fed

Si Trump es reelegido tendrá una oportunidad mucho mayor de remodelar la Fed cuando el mandato del vicegobernador, Richard Clarida, y el de Powell expiren en 2022. Sus intenciones podrían situar a Shelton o una persona afín al mandatario como su elegida para capitanear el banco central. Esto no tendría mucha influencia en las perspectivas a corto plazo, dado que las tasas de interés se mantendrán en casi cero por lo menos hasta 2023, pero mermaría la independencia y credibilidad de los mandatos de la Fed.

Biden, por el contrario, ha condenado las críticas de Trump a la Fed y apoya la independencia del banco central. Sin embargo, también respalda cambios estructurales en los objetivos de la institución. Quien fuera ex vicepresidente de EEUU bajo la administración de Barack Obama apoya el proyecto de ley presentado por los demócratas del Congreso, que enmendaría la Ley de la Reserva Federal para obligar a los funcionarios a monitorear y tomar medidas para combatir la desigualdad racial.

"La tasa de desempleo de los negros es persistentemente más alta que el promedio nacional, por lo que los demócratas apoyan que la equidad racial sea parte del mandato de la Fed", rezan los planes de campaña del demócrata.

La Fed ya aborda las brechas raciales en el desempleo y otros datos económicos en sus Informes de Política Monetaria desde hace varios años, pero no está claro cómo sus herramientas podrían abordar esos problemas.

De hecho, algunos señalan que convertir este asunto como un tercer mandato del banco central puede implicar riesgos. Este cambio tiene claros paralelismo con las décadas de los 60 y los 70, cuando la Fed se vio en una encrucijada entre el estado de ánimo social por las manifestaciones por los derechos civiles y la guerra contra la pobreza del presidente Lyndon Johnson.

Arthur Burns, presidente de la Fed entre 1970 y 1978, habló entonces sobre la "angustia" del banco central que, aunque tenía disposición para controlar la inflación, mostró reticencias porque el alza de las tasas habría frustrado la voluntad del Congreso de expandir el gasto social, reducir la pobreza y mejorar los resultados económicos para las minorías