Admite la debilidad, pero prefirió en octubre esperar a tener más datosEl pasado 25 de octubre, con las bolsas mundiales a punto de cerrar uno de los peores octubres que se recuerdan (el Stoxx 600 caía más del 8 por ciento en el mes ese día), el Banco Central Europeo (BCE) se reunía para analizar la situación económica de la eurozona. Desde el último encuentro del organismo, algunos indicadores macro de la eurozona habían dado señales muy negativas, como era el caso del PMI Composite o la inflación subyacente. Mario Draghi, presidente del BCE, pareció querer quitar hierro al asunto, declarando que la eurozona atravesaba un momento de "cierta debilidad, pero no ante un giro". Eso sí, no negaba la posibilidad de que en el siguiente encuentro, planificado para el 13 de diciembre, el organismo, teniendo en sus manos las nuevas previsiones macroeconómicas para la región, pudiese cambiar su escenario base, y admitir que los riesgos para la eurozona habían pasado a ser "bajistas", y no "equilibrados", como mantuvo Draghi en su discurso. Ahora, con la publicación de las actas de la última reunión, ha salido a la luz que entre los miembros del consejo de gobierno de la entidad se produjo un debate sobre el enfriamiento de la economía. "Si bien hubo un amplio acuerdo de que los riesgos presentes todavía podían considerarse equilibrados, hubo un apunte de que existen argumentos que justifican que los riesgos para el crecimiento empiezan a ser bajistas. Se argumentó que las previsiones macroeconómicas de septiembre incorporaban una pequeña aceleración en el ritmo de crecimiento para 2019 respecto a 2018, que puede ser revisado", recogen las actas. Desde ING destacan sobre la publicación de las actas cómo "muestran algunos signos de duda respecto a la fotografía de crecimiento, a pesar de que el BCE consideró que era demasiado pronto para cambiar su análisis de la situación. Esto, sin embargo, podría ocurrir en diciembre", pronostican. Además, señalan cómo "todos los miembros de la entidad estuvieron de acuerdo con que los riesgos externos para el crecimiento de la eurozona empiezan a ser bajistas". En la reunión de septiembre, la última en la que el BCE actualizó sus previsiones macroeconómicas, el organismo ya recortó su estimación de crecimiento para 2018 y 2019, dejando el cuadro macro para la eurozona en un avance del 2 por ciento para 2018, del 1,8 por ciento para 2019, y del 1,7 por ciento para 2020. En cuanto al ritmo de avance de la inflación, estiman un crecimiento del 1,7 por ciento tanto en 2018 como los dos próximos años. El organismo confía en que la inflación "se mueva hacia el objetivo del consejo de gobierno", pero también hubo acuerdo general con que todavía "es esencial que se mantenga la prudencia, la paciencia y la persistencia" con las políticas monetarias en la eurozona. Hay que recordar que en diciembre será cuando la sentidad lance sus primeras previsiones para el año 2021.