En los últimos días, el petróleo se ha situado en el centro del foco de atención del mercado. Dos han sido los detonantes que han llevado al crudo a rozar los 80 dólares por barril de Brent por primera vez desde noviembre de 2014. Por un lado, la tendencia de la ecuación oferta/demanda de la materia continúa siendo deficitaria, algo que se refleja en las caídas de los niveles de inventario en Estados Unidos y en las propias previsiones de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que calcula que el mercado global necesitará 98,85 millones de barriles diarios al cabo del año, 1,5 millones más de lo que estimaba anteriormente, tal y como señaló el lunes en su informe mensual. Desde UBS esperan que "los stocks de petróleo sigan cayendo en los próximos meses, con un déficit en la oferta entre 200.000 y 400.000 barriles al día". Por otro, el aumento de las tensiones geopolíticas en Oriente Próximo, donde se produce casi la mitad del petróleo del mundo, pueden afectar a la oferta. Donald Trump anticipó sanciones para Irán tras anunciar que Estados Unidos abandonaría el pacto nuclear firmado con el país asiático en el año 2015, el tercer mayor productor de la OPEP, provocando fuertes avances del precio de la materia la pasada semana. Estas subidas han tenido continuidad esta semana después de que este lunes el ejército israelí reprimiera -matando a decenas de palestinos- las protestas ante las vallas de Gaza por el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalem, capital de ambos Estados. La evolución del petróleo no puede entenderse de forma aislada, ya que es un factor clave en la llegada de las corrientes inflacionistas y, en consecuencia, en los mercados de renta fija y renta variable -ver información superior-. Enrique Díaz-Alvarez, director de Riesgos de Ebury, apunta que la subida del precio del petróleo como consecuencia de la inestabilidad de la zona de Oriente Próximo tiende a empujar al alza a la inflación y con ella los tipos de interés en Estados Unidos, mientras que los de la eurozona continúan anclados por la política monetaria del BCE, ampliando el diferencial en tipos entre ambas zonas monetarias, con la consecuente presión al alza para el dólar -ver apoyo-. No obstante, la influencia es bidireccional y se retroalimenta, como explica David Donora, responsable de materias primas en Columbia Threadneedle. "La aceleración en la subida de tipos encarecerá las inversiones de las empresas del sector petrolero en nuevos proyectos de extracción, reforzando las limitaciones del lado de la oferta e impulsando los precios de las commodities".