Los grandes banqueros centrales debatieron ayer sobre el peso de su comunicaciónLa retórica de los principales bancos centrales del mundo ha ganado mucho peso durante los últimos años, moviendo a los mercados en función de si se elimina o se incluye una sola palabra en los discursos de estas entidades. En una era en la que falta la inflación, el crecimiento económico es anémico y han surgido problemas como el congelamiento de los salarios y un alto desempleo, en el caso de Europa, los términos que eligen los principales reguladores monetarios del mundo han pasado a ser un instrumento más dentro del abanico de herramientas de las que disponen, como los programas de compras de deuda -QE- o los tipos de interés, que han tocado mínimos históricos durante el último lustro en economías como la estadounidense, la europea y la japonesa. Así lo admitió Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ayer, en un debate en Fráncfort en el que él, Haruhiko Kuroda -gobernador de Banco de Japón-, Mark Carney -presidente del Banco de Inglaterra- y Janet Yellen -presidenta de la Reserva Federal-, cruzaron opiniones sobre la importancia de la comunicación en la labor de los bancos centrales. El economista italiano destacó que su discurso "se ha convertido en un instrumento de política monetaria pleno". Admitió que es pronto para determinar si será un elemento permanente para el BCE, pero también quiso destacar que está satisfecho con el impacto que ha tenido hasta ahora. Yellen, su homóloga estadounidense, destacó que para ella lo más importante a la hora de guiar a los mercados es recalcar la "condicionalidad" de cualquier decisión que se pueda tomar. De esta forma, se puede dejar la puerta abierta a mover ficha, frente a las "incertidumbres" que siempre existen en las distintas economías. Mark Carney, por su parte, dijo que los banqueros centrales deben tener en cuenta que sus palabras y sus acciones cambian la forma de actuar de los mercados, por lo que los mensajes deben ser muy claros. Kuroda, eso sí, fue el más escéptico de los cuatro, al destacar que, al menos en Japón, la retórica funciona "hasta cierto punto", declarando que las acciones "hablan más alto" que las palabras en muchos casos.