Por ahora, el impacto de los ataques que se están produciendo entre Estados Unidos e Irán está siendo difícil de evaluar para los mercados. La volatilidad que está teniendo lugar en activos como el petróleo o el oro es prueba de ello: los inversores están reaccionando inicialmente ante una noticia dramática y preocupante y con el paso de las horas los ánimos se van calmando, tras analizar con más calma la situación, y las declaraciones de intenciones por parte de los mandatarios. Un ejemplo de ello fue el discurso de ayer de Donald Trump posterior al ataque iraní, que terminó de tranquilizar definitivamente los ánimos de los inversores. Tras las palabras del presidente estadounidense, que pidió más sanciones para Irán, pero que pareció suavizar su mensaje bélico (ver información de la página 17), el oro terminó cayendo un 0,8% durante la sesión, hasta situarse en los 1.561 dólares por onza, cuando, pocas horas antes, con el ataque iraní todavía reciente, superaba los 1.600 dólares por primera vez desde 2013, llegando a tocar los 1.613 dólares por onza durante la sesión. Además del embrollo geopolítico que está teniendo lugar, desde Bloomberg señalan como una de las causas que puede estar impulsando al oro el avance de la inflación que se está apreciando en Estados Unidos, donde la cesta de precios creció durante el pasado mes de noviembre a un ritmo del 2,1% interanual, por encima de lo que se estimaba previamente, del 2%, y del 1,8% que venía creciendo la inflación en la región durante el mes anterior. Según la citada agencia, los inversores tienen su punto de mira puesto en el metal precioso para cubrirse de una subida de la inflación mayor de lo que pudiera desear la Reserva Federal estadounidense, que intenta estabilizarla en el entorno del 2%. De hecho, desde que se publicó el dato de inflación, el pasado 11 de diciembre, el precio del oro ha subido un 6,5%, desde los 1.466 dólares en los que estaba entonces.