Desde principios de octubre, cuando las aguas se calmaron en el mercado del petróleo, pocas semanas después del ataque a las instalaciones de Aramco, el barril Brent, de referencia en Europa, ha recuperado más de un 13 por ciento. Ayer volvió a batir la cota de los 65 dólares por primera vez desde el 16 de septiembre, y acumula una subida en el año del 21,5 por ciento. La última se encuadra en un escenario en el que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha acordado mantener en vigor el recorte en la producción de crudo de los últimos meses, un esfuerzo que está recayendo sobre todo en los hombros de Arabia Saudí, principal interesada en estos meses en que el crudo se mantuviese alto, para poder sacar a bolsa Aramco en la mejor de las condiciones (la petrolera sube un 18,7 por ciento desde la salida a bolsa, el pasado 11 de diciembre, hasta los 38 riales por acción). Además de los esfuerzos del cártel para mantener el precio del petróleo, el principio de acuerdo entre China y Estados Unidos en el contexto de la guerra comercial parece haber animado a los inversores alcistas en petróleo, uno de los activos pegados al ciclo por excelencia. Tampoco hay que olvidar que la producción de crudo en Estados Unidos está dando ciertas muestras de debilidad, con la Agencia Internacional de la Energía reduciendo, la semana pasada, la estimación de incremento de producción en el país hasta los 1,1 millones de barriles diarios para 2020, desde los 1,6 millones que estimaban hasta ahora, un apoyo más a las subidas que está experimentando el crudo en los últimos meses. El último dato de inventarios de petróleo en el país americano mostró cómo, en Cushing, Oklahoma, desde donde se envía el crudo que se negocia en los contratos de futuro, durante la primera semana de diciembre los almacenes cayeron en 3,39 millones de barriles, muy por encima de los 302.000 esperados.