El ataque de los rebeldes hutíes contra las instalaciones saudíes de Aramco no es un hecho aislado. Es un movimiento más de la guerra civil que se libra en Yemen desde 2014 y en la que Arabia Saudí es uno de los países más implicados en un intento por impedir que Irán eleve su influencia en una región dividida entre ambas potencias.Aunque este ataque ha sido el golpe más sonado, hace menos de un mes arremetieron con el mismo número de drones otras instalaciones de Aramco, los efectos sobre el precio del crudo fueron puntuales y la petrolera estatal se sobrepuso en cuestión de horas. Los hutíes defienden que estos ataques son una respuesta "legítima" tras años de agresiones saudíes. Yemen sufre una guerra civil desde finales de 2014 cuyo trasfondo es, en otros factores, religioso. El país está dividido entre las dos principales corrientes del islam: el 47 por ciento de la población sigue la rama chií (co-rriente dominante en Irán e Irak) y el 53 por ciento restante son considerados suníes o sunitas (corriente dominante en Arabia Saudí y otros países musulmanes).Este conflicto tiene gran relevancia en la región porque es el reflejo de la creciente rivalidad entre los dos países que compiten por el liderazgo en el mundo musulmán. "Yemen sería un capítulo más de la lucha entre ambas visiones geopolíticas", explica Ignacio Fuente Cobo, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE). Este mismo experto advierte de que este conflicto tiene un tercer nivel que implica a grandes potencias que luchan por mantener la estabilidad en la zona por ser un enclave energético vital para el mundo. Además, también se puede incluir a Israel como otros de los potenciales interesados por su cercanía geográfica y por la rivalidad con Irán. No obstante, los mayores implicados son Riad y Teherán. Arabia Saudí lucha en favor de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, presidente de la República de Yemen y de religión suní. La intervención de Riad y de otros países árabes tiene el objetivo de frenar el avance de las fuerzas aliadas de Irán para evitar que suceda lo ocurrido en Siria, Irak o Líbano, donde los chiíes tienen el poder y han convertido a sus países en satélites de Irán. Por otro lado, la insurgencia hutí cuenta con el apoyo indirecto de Irán. "Irán estaría usando una estrategia de intervención indirecta similar a la empleada con Hezbolá en Líbano; es decir, utilizando su instrumento de proyección externo, el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Iraníes para apoyar al movimiento hutí", añade el experto.Precisamente ha sido la Guardia Revolucionaria la que ha capturado un barco británico en el Estrecho de Ormuz generando turbulencias en el precio del crudo. Ana Belén Soage, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Suffolk, destaca en otro documento que Irán está intentando elevar su influencia en Oriente Medio. Herido por las sanciones de EEUU, Irán podría estar aumentado su apoyo a los hutíes en un intento por dañar a Arabia Saudí y apoyando a una tribu que basa gran parte de su ideología en el sentimiento antiamericano.