El modo en el que está conduciendo la clase política británica la salida de la Unión Europea, entre curvas y acelerones repentinos que han venido de la mano del nuevo premier, Boris Johnson, es lo que ha terminado de debilitar la histórica fortaleza de su divisa. La libra esterlina cerró el viernes su decimocuarta semana consecutiva de caída frente al euro, hasta tocar mínimos de la última década en los 1,0738 euros al cierre. Ayer, aunque trató de recuperarse un 0,3 por ciento, la moneda británica no logró recobrar la cota de los 1,08 euros al cambio. Desde comienzos de mayo, momento en el que Reino Unido celebró sus elecciones europeas de las que Theresa May salió muy debilitada –dimitiría unas semanas después–, la libra pierde un 8,7 por ciento frente al euro sin que haya habido una sola semana en la que no haya caído frente a la divisa comunitaria. Sólo el rand sudafricano registra un peor comportamiento en el último trimestre frente al euro, al perder un 7,8 por ciento. Y la misma situación se repite frente al dólar estadounidense. La libra cae un 7 por ciento en su cruce y se intercambia a 1,2077 dólares. Para los analistas de Petercam los comicios de mayo son el germen de la polarización –todavía más acusada si cabe–de la población británica entre partidarios y detractores del Brexit. "Para los partidarios de abandonar la Unión Europea, una retirada sin un acuerdo se ha vuelto aceptable, incluso si tiene un coste económico. Es posible considerar una serie de escenarios para romper el punto muerto en el que se ha encallado, pero la naturaleza confusa del Sr. Johnson no hace que el resultado sea más predecible", concluyen. No obstante, firmas como la gestora alemana DWS sí creen que las elecciones de mayo sirvieron para algo: "Ahora sabemos con seguridad que el Parlamento está decidido y tiene voluntad de frenar un Brexit sin acuerdo", para lo que el plazo límite es el próximo 31 de octubre.