Internacional

Londres dejará a los europeos entrar sin visado una vez que salga de la UE

  • Siempre que el visitante no vaya a trabajar, estudiar o asentarse en el país
<i>Foto: Reuters</i>.

Eva M. Millán

La propuesta británica de permitir a los ciudadanos comunitarios entrar en Reino Unido sin visado una vez completada la salida de la Unión Europea ha despertado suspicacias ante el riesgo de un acceso al país "por la puerta de atrás". Aunque la publicación de su planteamiento formal llegará a final de año, el Gobierno reconoce su intención de facilitar el ingreso de los europeos sin trabas burocráticas, siempre que no tengan previsto trabajar, estudiar o asentarse, tres supuestos ante los que sí tendrían que solicitar permiso.

La sugerencia acarrea más interrogantes que respuestas, puesto que crea la incógnita de cómo podrá permitir que permanezcan en el país y, sobre todo, cómo resolverá la ecuación para evitar estimular la economía sumergida en el mercado laboral. El principio, no obstante, tampoco es nuevo, ya que, en la actualidad, Londres mantiene este arreglo para 56 países, entre los que se encuentra Estados Unidos: sus ciudadanos pueden llegar libremente a tierras británicas y quedarse por un período de seis meses, eso sí, sin buscar empleo, ni vinculación académica alguna.

En virtud de la todavía vigente pertenencia al bloque comunitario, los europeos podrán continuar arribando al norte de Canal de la Mancha hasta marzo de 2019, momento en que, a priori, el divorcio debería quedar completado. En consecuencia, el cambio una vez Londres haya iniciado la travesía en solitario afectará al deseo de echar raíces, bien sea a través de la residencia, de un puesto de trabajo, o de estudios.

Este jueves, el Ministerio de Interior declaraba que su intención con la gestión de la inmigración es recuperar el poder en lo que se refiere al universo del empleo y a la recepción de prestaciones, tanto como para controlar la frontera física de un país que, en términos terrestres, presenta un único linde de 500 kilómetros con la República de Irlanda.

Sin embargo, el plan para el futuro fuera de la Unión Europea entraña una contradicción. Si el referéndum del 23 de junio se había decantado en un amplio porcentaje en base al peso de la población foránea en el imaginario colectivo, la posibilidad de negar el derecho a trabajar y estudiar, al tiempo que se mantiene la puerta abierta sin a priori controles, parece cuestionar una de las reivindicaciones fundamentales que, según el frente anti-Brexit, demandaba el electorado: La recuperación del control sobre las fronteras.

Sistema de reprocidad

El sentido, con todo, está más que justificado, puesto que Londres es consciente de la necesidad de un sistema de reciprocidad y quiere evitar que los británicos tengan que pasar por complejos procesos burocráticos para visitar cualquiera de los veintisiete miembros que permanecerán en la UE una vez completado el Brexit.

Además, el Gobierno sabe que, de esta manera, podrá depositar la carta de la inspección sobre terceros, tal como acontece en la actualidad con los extranjeros de fuera del bloque que no precisan visados para entrar en el país. De esta forma, más que los funcionarios de inmigración, los responsables de observar el cumplimiento de la legalidad serán quienes la experimenten el día a día, es decir, empresas, con la contratación de personal en situación regularizada; caseros, aceptando solo a quienes tengan derecho a la permanencia; bancos o entidades municipales.

El sistema, con todo, se pondría en vigor de forma gradual, de modo que aquellos europeos que entren en Reino Unido una vez la ruptura sea oficial no sufrirían todavía restricciones.