Internacional
Boris Johnson evidencia el caos de la estrategia británica para el divorcio
- Frente al Gobierno, insiste en la falta de un plan para salir sin acuerdo
Eva M. Millán
El ministro de Asuntos Exteriores británico se ha esforzado en complicar todavía más la reunión que la delegación responsable de negociar la salida de la Unión Europea afronta la próxima semana en Bruselas. El siempre imprevisible Boris Johnson se dejó llevar ayer en el Parlamento por sus instintos más eurófobos y declaró que los líderes comunitarios "pueden irse a paseo" si creen que Reino Unido va a abonar la "desproporcionada" factura especulada para el divorcio.
Johnson, cuyo apoyo al Brexit en la campaña del referéndum había estado considerado más una maniobra política, censuró las cantidades que han trascendido, entre 60.000 y 100.000 millones de euros, y consideró que "la expresión irse a paseo es enteramente adecuada". Su intervención encontró eco en un sector de los conservadores, inquietos por la posibilidad de que la debilidad de Theresa May tras perder la mayoría absoluta diluya las ambiciones para la ruptura.
Sin embargo, en un contexto en que Reino Unido tiene prácticamente todo por aclarar, la beligerancia del responsable de la diplomacia ha caído como un jarro de agua fría para la comitiva que, a partir del lunes, encara la primera semana de conversaciones, después de que hace un mes los negociadores jefe de ambos bandos protagonizasen la reunión inicial, transcurrido un año del plebiscito.
No en vano, Johnson desdijo posicionamientos de responsables directos del proceso, como el ministro del Brexit, David Davis. En su comparecencia en Westminster aseguró que el Gobierno "no tiene plan para un no acuerdo", una aproximación que recordaría a la de David Cameron ante el referéndum de la UE, al que concurrió sin "plan B", si no fuera porque Davis ha insistido en que el Ejecutivo ha "analizado en detalle" las opciones de salir sin acuerdo.
El ministro de Exteriores, no obstante, reveló que la teórica falta de planificación respondería a un exceso de optimismo: "No hay plan para un no acuerdo, porque vamos a conseguir un gran acuerdo", declaró, si bien Downing Street intervino para desmarcarse de su euforia y declarar que "se están evaluando planes de contingencia para toda la variedad de escenarios".
Asimismo, el Número 10 ha tenido que actuar ante la conjetura de que May está dispuesta a abandonar la mesa de negociaciones en septiembre para mostrar determinación ante la cantidad que Bruselas podría demandar en cumplimiento de los compromisos ya adquiridos.
En este sentido, el líder de la oposición se reúne mañana con el negociador jefe comunitario, a quien confirmará que el Laborismo "pagaría lo que legalmente se requiera". Con todo, Jeremy Corbyn tiene también su parte de presión, puesto que no son pocos quienes en su partido quieren que plantee a Michel Barnier la continuidad en la UE.