Internacional
Trump presiona a su propio partido para que le apruebe su plan de salud
- El ala republicana moderada se opone a la derogación total del 'Obamacare'
- La duda que existe en estos momentos es cuál será el plan B tras anularlo
José Luis de Haro
Tras la resaca dejada por la cumbre del G-20 en Hamburgo y con el presidente de EEUU, Donald Trump, ya de vuelta en la Casa Blanca, toda la atención vira de nuevo a la agenda doméstica del mandatario. Sin una fecha en el horizonte para la votación del plan de salud en el Senado y con otros retos, como la aprobación del presupuesto y el alza del límite de endeudamiento del país, los legisladores regresaron el lunes al Capitolio con la presión de conceder al republicano algún avance legislativo antes del receso estival de agosto.
"No puedo imaginar que el Congreso se atreverá a dejar Washington sin una nueva y bella Ley de Salud aprobada y lista", tuiteaba Trump, respaldando a un grupo de senadores de su propio partido que abogan por cancelar las vacaciones veraniegas para avanzar en los múltiples procesos legislativos en marcha, entre los que se incluye el reemplazo del Obamacare y la ansiada reforma fiscal.
Sin embargo, el pulso político entre los propios republicanos sigue poniendo trabas a la votación del plan presentado por el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, quien se vio obligado a cancelar su objetivo de someter la medida al escrutinio de la Cámara Alta antes de la celebración del 4 de julio.
Los republicanos más moderados han mostrado su rechazo a un proyecto que, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, dejaría a 22 millones de estadounidenses sin cobertura médica. Al mismo tiempo, el ala más dura del partido critica que el plan de McConnell mantiene partes consistentes del actual sistema de salud aprobado en 2010 por Obama.
El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, recalcó que el Senado "está a pocas semanas de poder cumplir con el pueblo estadounidense", asegurando que todavía no hay acuerdo "pero estamos cerca". Aún así, entre los propios militantes republicanos, algunos como el senador de Arizona, John McCain, dan la legislación "por muerta".
La duda que existe en estos momentos es cuál será el plan B de los republicanos en el caso de que la propuesta no llegue a buen puerto. Bien se puede cancelar el Obamacare y dejar el debate sobre un plan alternativo para más adelante o bien existe una posibilidad de abordar el tema con los demócratas.
Mientras tanto, otros de los objetivos legislativos, como la reforma fiscal, siguen sin rumbo fijo en el Capitolio. De hecho, las declaraciones del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, quien aseguró que no habrá subida de impuestos para las clases más pudientes, puso de manifiesto las divisiones que todavía existen en la Casa Blanca y la Cámara, donde se busca adoptar una reforma que sea lo más neutra posible para las arcas públicas.