Internacional
El ataque de Manchester reabre el debate entre seguridad y control de las libertades
- Irritación entre Londres y Washington por la difusión del "detalles clave"
Marcos Suárez Sipmann
El atentado perpetrado en el exterior del estadio Manchester Arena al finalizar un concierto de la estrella pop norteamericana Ariana Grande, causó 22 muertos y 64 heridos, muchos niños. Según las autoridades sanitarias de Manchester, cinco adultos y cinco menores continúan en estado crítico de las 32 personas que permanecen ingresadas. Por su parte, Estado Islámico se atribuyó el ataque, si bien esto no fue verificado.
El Gobierno elevó la alerta por amenaza terrorista contra el Reino Unido a su máximo nivel, que contempla que otro atentado pueda producirse de manera inminente. Ante esta posibilidad, soldados de las FFAA han sustituido a la Policía en puestos de vigilancia estratégicos, entre ellos algunos de los puntos más turísticos de Londres, y agentes armados patrullan a bordo de trenes en todo el país.
Los padres del atacante inmolado, Salman Abedi, son libios. Su padre, Ramadán Abedi, de acuerdo al Centro Islámico de Manchester, solía realizar la llamada de la oración en la mezquita del centro. Según la policía, el joven de 22 años estaba vinculado al EI en Libia. La ministra del Interior, Amber Rudd, dijo que Abedi era conocido "hasta cierto punto" por los servicios de seguridad. Los organismos de inteligencia concluyeron que llevaba un dispositivo previamente ensamblado por otra persona. Apenas un día después del ataque tanto la primera ministra, Theresa May, como el jefe de la policía de Manchester señalaron que no había sido un acto solitarios que formaba parte de una red, lo que llevó a redadas en diversos lugares. Ocho personas han sido arrestadas en la ciudad, entre ellas, el hermano mayor de Abedi, Ismail, de 23 años.
El joven Salman adquirió su formación ultraislamista junto a su padre. Sin embargo, se cree que acabó su entrenamiento en Siria donde había estado de forma clandestina. Perseguido por el régimen libio el padre se había refugiado en Gran Bretaña en la década de los 90, cuando nacieron sus hijos. Tras la caída de Muamar Gadafi en 2011, se instaló en Libia con su familia. En 2014 regresaron a Manchester Salman, Ismail y su madre.
Actualmente Ramadán, su padre, trabajaba como policía en la capital libia, Trípoli, e integraba el movimiento Salafi Yihadi, una secta extremista. Ramadán y su hijo menor, Hashem, fueron arrestados por las Fuerzas Especiales de Disuasión, una poderosa milicia en Trípoli, bajo sospecha de estar conectados con el EI.
El terrorista suicida detonó un explosivo casero rudimentario pero de gran potencia. El jueves la investigación sufrió un revés cuando el New York Times publicó el miércoles unas fotos de os restos del bolso y fragmentos del artefacto tomadas por las autoridades británicas en el lugar de la explosión.
La irritación causada por esta filtración fue tal que la agencia de inteligencia británica suspendió temporalmente la colaboración con sus colegas de EEUU. Durante su participación en la cumbre de la OTAN May se quejó por la difusión de "detalles clave" del ataque, aunque el presidente Donald Trump ignoró una pregunta al respecto e insistió más tarde en que investigará quién está detrás de las mismas.
El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, mostró en Londres su solidaridad e intentó calmar los ánimos y afirmó que el Gobierno de EEUU acepta toda la responsabilidad por las filtraciones. Pese a condenar "la liberación de información de forma inapropiada" Tillerson espera que la estrecha relación en materia de seguridad entre EEUU y Reino Unido se mantenga.
May cae en las encuestas
La campaña suspendida tras la masacre se ha reanudado a menos de dos semanas de las elecciones del 8 de junio y un sondeo de YouGov realizado para el diario The Times reveló que la ventaja conservadora se ha reducido a un 5 por ciento en comparación al 20 con el que comenzó. Desde la oposición se sostiene que May tiene "parte de responsabilidad" en el atentado debido a los recortes en seguridad.
Cada acto de terror reabre un debate que buscan respuestas definitivas. Al igual que no existe la seguridad absoluta, garantizarla sin que afecte las libertades es un dilema. Eso no quiere decir que nada pueda hacerse. Hay que insistir en la colaboración y lamentar unilateralismos como el de Trump o el Londres abandonando la UE que debilitan una coordinación, la cual debe ser cada vez más perfecta.