Internacional
El deshielo del Ártico amenaza el búnker de salvación de todas las semillas del mundo
- La construcción protege un tipo de cada semilla de todos los alimentos
- La Bóveda Global de Semillas se construyó para asegurar las especies
- El calentamiento global provoca un deshielo no estimado en la construcción
María Medinilla
Se construyó para hacer una reserva de semillas y ya casi alberga una de cada uno de los alimentos del mundo para evitar "una futura pérdida de diversidad". Está enterrada en las profundidades del Ártico pero ni la Bóveda Global de Semillas escapa del cambio climático. Aunque de momento aseguran que el tesoro no está en riesgo, el gobierno noruego del que depende está trabajando para controlar las filtraciones de agua que se producen de manera recurrente y con las que no se contó cuando se inauguró en 2008.
La construcción se encuentra en la isla de Svalbard, entre la Noruega continental y el Polo Norte. Enterrada bajo el hielo de una montaña a prueba de desastres naturales o ataques premeditados, todo lo que se guarda en esta fortaleza, de sistema similar al de las cámaras acorazadas de los bancos, pertenece a las empresas de germoplasma que envían las semillas para asegurar la especie. Solo el depositario del género puede abrir o retirar el paquete guardado en la 'caja negra', como se llama a los cajones donde se archivan los tipos de semilla. Es decir, los criadores no tendrán acceso a muestras como la del café arábigo de Colombia, por ejemplo, que es una de las semillas que se guardan en este búnker desde marzo.
Noruega solo es propietario de la edificación y su mantenimiento, en la que gasta unos 300.00 dólares al año de un presupuesto que no contemplaba este problema. Ahora buscan solución para las filtraciones de agua, producto del deshielo provocado por las altas temperaturas que el cambio climático dejó el invierno pasado y que ocurren en el pasillo de acceso previo al núcleo del búnker donde se guardan los paquetes.
Fuera de los planes
Hege Njaa Aschim, del Gobierno noruego, confesó a The Guardian tras la última anegación que "no se nos ocurrió que se pudiera derretir el permahielo y que se podría llegar a condiciones climáticas tan extremas como las que vivimos. [...] Entró mucha agua al inicio del túnel, pero luego se convirtió en hielo, así que cuando entramos nos encontramos con un glaciar".
Ante la alerta desatada por la última inundación, Cary Fowler, creador y responsable de la Bóveda, contó a Popular Science que no hay tanto motivo para la alarma. Es cierto, ha reconocido, que el agua entra cada año por el túnel construido a forma de pasillo para llegar al interior de la montaña. Esa pasarela, de 100 metros de largo discurre cuesta abajo, por lo que facilita el descenso del agua procedente del deshielo.
Aún así, según Fowler es imposible que las semillas se vean afectadas porque justo antes del acceso a la cámara, el pasillo cambia cuesta arriba y si el agua fuera tanta que consiguiera subir, se congelaría debido a la temperatura, en torno a 18 grados bajo cero.
Los datos del Instituto Meteorológico Noruego no son optimistas. Ketil Isaksen confirma que "el clima está cambiando radicalmente y estamos azorados por lo rápido que está sucediendo". El archipiélago donde está la isla Svalbard ya suma décadas de aumento drástico de las temperaturas mínimas y no se contempla que la situación de deshielo vaya a revertir.