Internacional
El 'efecto Macron' fortalece los planes de la UE y la negociación del 'Brexit'
- Europa aprovecha su victoria para defender la globalización
- El presidente electo quiere tender más puentes con Berlín
Jorge Valero
Un reflejo de ambición ha vuelto a la sala de máquinas comunitaria. La victoria de Emmanuel Macron en las presidenciales francesas le ha valido a Europa para apuntarse un doble tanto. El populismo que representa como nadie en el continente Marine Le Pen ha sido parado en seco, aunque no barrido. Y la defensa a pecho descubierto del euro y de la globalización por parte de Macron brinda un renovado ímpetu en un momento en el que se veían arrugados y acorralados. Con todo, la UE logra una mayor fortaleza y cohesión para afrontar la negociación del Brexit, sin otro frente antieuropeo vencedor en la segunda economía de la eurozona.
La unidad se ha convertido en la prioridad europea número uno de cara a las negociaciones que van a comenzar el próximo mes para el divorcio de Reino Unido. La cohesión del bloque comunitario se reforzará con la intención de Macron de tender puentes con Alemania en los temas más relevantes de la UE, incluido el Brexit, y no de pintarse como contrapeso de Berlín, como hizo en su día François Hollande.
Su victoria sirve para reforzar la confianza de los que se quedan en la nave europea, dada su defensa a ultranza de la Unión. Macron se refiere al Brexit como un "crimen" por el que pagarán los británicos y su prioridad es proteger la integridad del mercado común. Ahora, Europa se sienta a la mesa de negociación con la moral ganadora.
Sin embargo, este renovado espíritu se puede apagar tan pronto como los 27 socios empiecen a discutir qué hacer con el agujero de más de 10.000 millones al año que dejará el Reino Unido en el Presupuesto europeo. Si los contribuyentes netos capitaneados por Alemania son partidarios de recortar políticas europeas, Francia defenderá con uñas y dientes el mantenimiento de la Política Agrícola Común.
El éxito de Macron ha dado también un impulso clave a las propuestas que la Comisión Europea cocina para profundizar la eurozona, sobre todo un mecanismo fiscal y la defensa de una globalización más libre pero también más justa.
Estas ideas son el núcleo de los documentos de reflexión ya previstos como parte de la media docena de papeles que publicará la Comisión hasta el verano, en su proceso para fraguar una nueva visión para Europa para la próxima década. Pero, tal y como reconoció ayer una alta fuente europea a elEconomista, la victoria de Macron les ha quitado los complejos para hablar alto y claro con ambas propuestas.
Bruselas hará balance mañana de la globalización y sus efectos. La conclusión es clara: ha sido beneficiosa para Europa y para el resto del planeta. Para desmantelar el argumento de que el libre flujo comercial global ha elevado la desigualdad en Europa no se arrugará al señalar a países miembros. Atendiendo al coeficiente Gini, los países más proteccionistas como Grecia o Francia no son los más igualitarios, mientras aquellos más abiertos al comercio, como los nórdicos, lucen sociedades más igualitarias.
El Ejecutivo comunitario usará el ejemplo nórdico para argumentar que el "proteccionismo no protege". Más bien el secreto para construir sociedades resistentes a las fuerzas globales depende de tres patas: mercados laborales flexibles, altos niveles de protección social y una educación de calidad, porque el capital humano es el valor añadido europeo. Las fuentes consultadas son conscientes de que de momento esta triple estrategia es un brindis al sol, ya que estas competencias residen principalmente en los Estados. Pero admiten que el mensaje que quieren lanzar es que para proteger mejor a los europeos frente a dinámicas globales inevitables, y cuyo potencial destructivo de empleo se intensificará con la revolución digital, hace falta más Europa en estas tres patas.
Europa también aspira a contar con mejores mecanismos de defensa porque, como observan en los despachos de poder de la Comisión, la Unión ha sido algo naif en sus relaciones comerciales hasta ahora. Respecto a las propuestas para la eurozona, que llegarán a finales de mes, Bruselas ve su mensaje político reflejado también en Macron. "Necesitamos dar un nuevo ímpetu, una nueva fuerza a la eurozona", dijo ayer el comisario Pierre Moscovici. Sin embargo, la nitidez de este mensaje no se trasladará a una visión clara en el documento de reflexión. Como ya sucedió con el Libro Blanco sobre el futuro de Europa, la Comisión volverá a presentar varios escenarios con diferentes niveles de ambición. Incluirá una capacidad fiscal para la eurozona para la que se darán diferentes alternativas para su uso: como un seguro de desempleo que complemente los nacionales en casos de crisis extrema o un nuevo instrumento de inversión. Pero para acceder a estos instrumentos, los Estados tendrían primero que cumplir una serie de criterios y limitar sus riesgos, por ejemplo reduciendo su endeudamiento. Sin embargo, en el Ejecutivo comunitario admiten que el debate sobre esta capacidad fiscal, paso decisivo en la construcción de una unión fiscal para la eurozona, no arrancará hasta después de las elecciones alemanas de septiembre.