Internacional
Así es Liberland, el proyecto de país libertario que quiere germinar en el corazón de los Balcanes
- Un político checo reclama una tierra sin dueño para su idea de Estado
- Se trata de un país dedicado a la libertad individual, libre mercado y comercio
- Sus vecinos croatas bloquean un Estado solo reconocido por Somalilandia
elEconomista.es
Tras la cruenta Guerra de los Balcanes, un territorio de apenas siete kilómetros cuadrados entre Croacia y Serbia y con el río Danubio como único habitante se declaró como tierra sin dueño con el fin de evitar reclamaciones históricas entre los contendientes. Nadie se imaginaba en ese momento que, 20 años después, en ese pequeño espacio nacería la semilla de un microestado que pretende convertirse en la tierra libertaria por excelencia, Liberland.
En 2015, el extravagante político y publicista checo Vit Jedlicka buscó en Google qué tierras existen sin dueño en el planeta, y después de descartar un enclave en Egipto, se decantó por este hueco en los Balcanes, al que se dirigió en compañía de su pareja y de unos amigos tras años de decepción con la política de su país y una trayectoria por el espectro libertario checo.
Allí plantó la bandera que había diseñado a tal efecto y, con los vostos de sus acompañantes, fue designado presidente de la autoproclamada República Libre de Liberland, un territorio pensado para garantizar la libertad del individuo en todos los aspectos de la vida siempre que se cumpla el lema 'Vive y deja vivir'. "El único país explícitamente dedicado a la libertad individual, los mercados libres y el libre comercio", según reza su página de Facebook.
Con una Constitución de mínimos, un escueto catálogo de leyes y un equipo de Gobierno con cinco ministros y dos vicepresidentes, Liberland promete impuestos voluntarios, una Administración raquítica y un Estado que funcione mediante blockchain y donaciones privadas, sin financiación pública al no existir tributos. Ha creado su propia moneda, una criptodivisa llamada 'merit', pero acepta bitcoins y cualquier otro tipo de moneda, ya que no tiene Banco Central. En él, habrá libertad de movimientos y de entrada para extranjeros que quieran adoptar la nacionalidad.
El principal problema de Liberland, obviamente, es la falta de reconocimiento internacional. Tan solo Somalilandia ha reconocido el territorio y Croacia, uno de los dos países con los que limita este proyecto de Estado, ha detenido a Jedlicka en numerosas ocasiones acusándole de cruzar ilegalmente las fronteras del país. De Serbia, el otro vecino, Liberland asegura un "tácito consenso" que se ha traducido en la organización de actos culturales y políticos dentro de sus fronteras sin trabas aparentes.
El empeño de Jedlicka y sus socios es indudable. Han establecido sus particulares más de 100 consulados en 67 países y organizan su defensa en el respeto al Convenio de Montevideo, que define la concepción de Estado. Jedlicka mantiene que Liberland lo es: según él tiene un territorio definido, un gobierno, capacidad de entablar relaciones con otros Estados y una población permanente.
Esto último no es del todo cierto: la policía croata bloquea el acceso a esta región sin dueño a la que solo se puede acceder mediante un barco, sin pisarla, para no incurrir en delito. Liberland asegura que dispone de 10 'aldeas de diáspora' en las que viven personas que desean integrar la nación. Jedlicka ha sostenido en diferentes ocasiones que cree que en ese espacio de siete kilómetros cuadrados, solo más grande que el Vaticano y Mónaco, podrían llegar a vivir sin complicaciones unas 120.000 personas.
Su página web, en la que cualquier ciudadano del mundo puede registrarse para pedir la nacionalidad, alberga 500.000 peticiones. Por el momento, tendrán que esperar.