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El reto de Johnson: contentar a los votantes que le 'prestaron' su voto por el Brexit

    Boris Johnson. Foto: Reuters

    Víctor Ventura

    Este viernes a primera hora, con el escrutinio todavía sin terminar, el periodista James O'Brien abría su programa radiofónico matutino hablando con votantes de las zonas obreras del norte de Inglaterra que, por primera vez en décadas, habían votado al Partido Conservador. Algunos de los comentarios eran desgarradores: "Todavía siento náuseas de haber votado a Boris Johnson, pero no tenía opción". "Mi abuelo estará revolviéndose en la tumba". "Yo solo le he prestado el voto a Boris, no a los 'tories'". "Sigo siendo laborista, pero no soportaba a Jeremy Corbyn". Esa es el tipo de votante sobre el que se asienta la aplastante mayoría de Johnson. Una base que abre muchísimas dudas sobre los planes del primer ministro para los próximos cuatro años y medio.

    Johnson cimentó su victoria sobre tres promesas: no ser Jeremy Corbyn, hacer realidad el Brexit y aprobar un acuerdo comercial con la UE. Lo primero ya está cumplido, lo segundo estará cerrado en cuestión de semanas y lo tercero será el caballo de batalla de 2020. El problema es que la legislatura no dura un año, sino cuatro y medio (salvo que cambie la ley, las próximas elecciones serán de nuevo en mayo, en 2024), y algo más tendrá que hacer hasta entonces para "transformar" el país, como prometió.

    Pero los votantes de los que depende su mayoría necesitan razones para no volver al laborismo una vez Corbyn sea historia y el Brexit ya sea un hecho irreversible. Según una encuesta urgente de Opinium, un 76% de los votantes 'tránsfugas' de los laboristas a Johnson lo hicieron por una de esas dos razones. Todos esos votantes estarán de nuevo en juego desde la primavera del próximo año, si no 'vuelven a casa' inmediatamente en ese momento.

    De entrada, Johnson ha prometido, en su primer discurso, destinar todo el dinero y atención que haga falta a la joya de la corona británica, el Sistema Nacional de Salud, la institución más venerada e idolatrada por todos los ciudadanos del país. Una decisión sin duda popular, pero que difícilmente sea la bala de plata que arregle todos los problemas que sufre un país fuertemente dividido, tanto ideológica como económicamente.

    Quizá la clave es que Johnson es un misterio y su programa, casi una hoja en blanco. El lider 'tory' es considerado simultáneamente un liberal capaz de ganar en Londres y evitar decisiones polémicas, y un conservador recalcitrante con un largo historial de racismo y capaz de nombrar ministra del interior a una simpatizante de la pena de muerte. Con la mayoría absoluta, Johnson podrá ser quien quiera, pero deberá tomar una decisión y entender la lección de la derrota de Corbyn: no se puede ser todo para todos a la vez.

    Johnson sigue siendo impopular entre el electorado en su conjunto, y su partido es aún peor valorado

    La gran duda es qué decisiones tomará para contentar a las regiones desfavorecidas que piden inversión, educación y reconversión económica, sin subir impuestos, ni nacionalizar, ni olvidarse de sus bases de las zonas conservadoras tradicionales del sur de Inglaterra, donde sufrió fugas hacia laboristas y liberales. Pese a todo, Johnson sigue siendo impopular entre el electorado en su conjunto, y su partido es aún peor valorado. Si ha ganado, es porque Corbyn y su laborismo tenía cifras aún peores. Pero ellos cambiarán de líder pronto.

    Obviamente, es más fácil enfrentarse a estos dilemas desde un poder casi absoluto como el que ejerce desde hoy que desde la fría oposición. Pero la realidad es que Johnson debe su victoria a unos votantes que, en gran medida, se sentirían aliviados si, en las próximas elecciones, pueden volver a votar laborista sin temer la anulación del Brexit ni avergonzarse de su líder. Si logra contentarles, el Partido Conservador puede mantenerse en el poder una década más. Si no, es muy probable que su victoria aplastante de ayer quede reducida a cenizas en 2024.