Internacional

El laborista Lindsay Hoyle, nuevo presidente del Parlamento británico

  • Es el único de los candidatos que no reveló si votó por el Brexit o no

Víctor Ventura

Orden, orden. Si Westminster es famosa por sus extrañas tradiciones, la de elegir al que será el presidente del Parlamento para los próximos años el día antes de disolver la legislatura se puede llevar la palma. Pero justo antes de comenzar la batalla electoral para decidir qué pasará con el Brexit, que culminará el próximo 12 de diciembre, los diputados se reunieron para la última votación clave de este mandato truncado. Y el ganador es Lindsay Hoyle, un laborista del norte de Inglaterra que se ha propuesto demostrar que "hay vida más allá de Londres" desde la silla del presidente.

Con un fuerte acento y de gestos bastante teatrales -hay que tenerlos para aspirar al cargo-, Hoyle centró su intervención en recordar a los diputados sus nueve años de experiencia como 'número dos' de John Bercow. "No tengo que explicar cómo me comportaré, porque ya lo habéis visto", dijo. Y, tras su victoria, prometió que "esta Cámara volverá a ser respetada en todo el mundo".

De entre todos los aspirantes, él era el único que no reveló por qué opción votó en el referéndum del Brexit, en un intento de evitar el principal elemento de división en la Cámara. También advirtió de que no compartía algunas de las decisiones más polémicas tomadas por su predecesor en los últimos meses y que hicieron la vida imposible a los Gobiernos de Theresa May y Boris Johnson a la hora de aprobar sus respectivos acuerdos de salida de la UE.

Sin embargo, Hoyle no deja de ser un laborista que, entre otros, recibió el apoyo del principal sindicato británico, Unite, que pidió a los diputados del partido de Jeremy Corbyn que le apoyaran antes de empezar la sesión. Por detrás quedó el también laborista Chris Bryant, que levantó las risas de la Cámara al afirmar que dormía "con el reglamento parlamentario en la mesilla" y los aplausos de los diputados al prometer que prohibiría aplaudir.

Un lento proceso

Pese a lo arcano del puesto -156 personas lo han ocupado a lo largo de seis siglos-, el mecanismo de elección del presidente es moderno: el último, Bercow, fue el primero que se eligió con las nuevas normas. La votación funciona por descarte. En cada ronda, los diputados podrán votar a uno de los siete aspirantes. Si nadie obtiene la mayoría absoluta, el que menos apoyos tenga quedará eliminado, y se volverá a votar. Cada ronda dura en torno a una hora, así que el proceso puede alargarse bastante si no hay un ganador claro o si los que tienen menos apoyos no se retiran pronto e insisten en ser eliminados uno a uno.

Históricamente, los nombramientos eran por aclamación, después de que los grupos de poder de la Cámara se pusieran de acuerdo en elegir a alguien que se comprometiera a ser imparcial. Muy rara vez se presentaban dos candidatos, y generaciones enteras de diputados hacían sus carreras y se iban sin haber participado nunca en una votación para el presidente del Parlamento.

Todo cambió en el año 2000. No solo fue la primera vez que había dos votaciones seguidas para elegir a un nuevo presidente -la anterior había sido en 1992, después de cinco nombramientos por aclamación-, sino que fue la primera vez que hubo más de dos candidatos. Doce, en concreto, lo que llevó a una situación absurda: pese a que uno de los candidatos, Michael Martin, tenía claramente la mayoría absoluta de apoyos, hubo que votar 12 veces su candidatura, una frente a cada uno de sus rivales y otra en solitario para confirmarla. Con el nuevo método, si alguien tiene una mayoría, es más facil acabar pronto. Pero hoy, la votación se ha alargado seis horas. Y ya hay voces pidiendo una revisión al sistema.