El calor complica la gestión de las plagas en los principales ríos españoles
- El cambio climático está multiplicado la proliferación de insectos infecciosos en el entorno del Ebro y el Guadalquivir
- Los municipios ribereños fomentan las acciones para controlar especies invasoras hasta ahora anecdóticas que actúan como vectores de enfermedades
Inés Oria
España atraviesa el que terminará siendo, de nuevo, el verano más cálido de su historia. El cambio climático se representa en olas de calor más tempranas y duraderas y en otros fenómenos como el incremento de la temperatura del agua del mar o abruptas y destructivas tormentas. Pero más allá, los bandazos del clima traen consigo cada vez con más virulencia la presencia de especies invasoras hasta ahora ajenas o anecdóticas en la biodiversidad de nuestro país y que actúan como vectores de enfermedades.
El Ministerio de Sanidad extrema desde hace años los controles sobre estas especies que, si bien no suponen una plaga en todo el territorio, sí se hacen presentes en no pocos lugares exponiendo a sus habitantes a dolencias hasta ahora inexistentes o residuales. Las autoridades sanitarias han completado el "Plan nacional de prevención, vigilancia y control de enfermedades transmitidas por vectores" centrado en los mosquitos exóticos 'Aedes' y en los autóctonos 'Culex', pero vigilando a las garrapatas, por ser potenciales transmisoras de hasta 15 enfermedades.
Especial atención a los ríos
Las temperaturas de primavera y la lluvia estacional convierten los entornos de los grandes ríos en el espacio idóneo para la proliferación de larvas de todo tipo de insectos. No obstante, son las altas temperaturas las que completan el cóctel en el que la mosca negra, el mosquito tigre y otras especies encuentran gran acomodo.
Dos de los ríos más importantes de España, el Ebro y el Guadalquivir, están especialmente expuestos. En el entorno de este último -en la sevillana localidad de Lebrija- se registró, ya en abril, el primer diagnóstico de Virus del Nilo, una enfermedad de la que un centenar de personas se contagiaron en 2023. También el año pasado, la Junta de Andalucía contabilizó casi medio centenar de casos de dengue y más de 100 de malaria, además de 76 de leishmaniasis.
El Gobierno andaluz ha elaborado un Plan estratégico que desplegará acciones hasta 2028 para "prevenir su aparición y asentamiento en Andalucía" como consecuencia del cambio climático. En este sentido, propone coordinar las labores de vigilancia humana y animal de todas las administraciones locales y cruzar los datos de cada enfermedad/vector en una plataforma de comunicación teniendo en cuenta los factores ambientales y sociales de cada espacio.
La coordinación es también la apuesta de varias entidades locales zaragozanas que comparten el curso del río Ebro o que se asoman a sus afluentes Huerva y Gállego, especialmente afectados por la creciente presencia de la mosca negra, un insecto que incrementó las consultas por picaduras en los Centros de Salud aragoneses casi un 40% el año pasado respecto a 2022.
Ante la perspectiva de que ese porcentaje pueda batir un nuevo récord, el Ayuntamiento de Zaragoza, en coordinación con otros consistorios ribereños, dispuso en primavera amplias campañas de fumigación con drones, además de labores para limpias los cauces de macrófitos, las algas en las que proliferan las larvas.