Los concursantes de Supervivientes 2023 pusieron punto y final a la aventura en Honduras hace justo una semana. Adiós a las cantidades minúsculas de comida y a tener que lidiar con las 'comodidades' propias de una isla. Ahora, lejos del paraíso que ha sido su casa durante casi cuatro meses, arrastran secuelas físicas y psicológicas de esta larga aventura.
Sin ningún tapujo. La segunda finalista de esta edición, Adara Molinero, admite en sus redes sociales que la falta de alimentos durante el reality le está pasando factura.
Acostumbrada a pasar hambre, la que fue ganadora de Gran Hermano VIP no puede evitar darse atracones de manera inconsciente. Su mente le obliga a consumir la mayor cantidad de comida posible por si después, tal y como ocurría en la isla, no hubiese más.
"Estoy comiendo muchísimo. La cabeza me está jugando una mala pasada porque todo el rato siento que me van a quitar la comida y que se me va a acabar en cualquier momento", admite la ex concursante en su perfil de Instagram.
El conocido 'efecto rebote' está generando en Adara que engorde estos días post concurso más kilos de los que ha perdido durante el programa. "El efecto rebote está siendo importante. Peso más que nunca y quiero frenarme un poco, más que nada para que mi estómago no siga sufriendo... y no puedo", revela con la risa nerviosa que la caracteriza.
La ex de Rodri Fuertes se marchó de España con una bacteria en el estómago, que le impidió adelgazar tanto como sus compañeros durante su paso por el programa. Su intención al abandonar la isla era cuidarse para mejorar su problema gastrointestinal, pero su mente no se lo permite.