Nadine Heredia, considerada durante años como la verdadera fuerza detrás del gobierno de su esposo Ollanta Humala, ha logrado eludir la prisión en Perú tras recibir asilo político en Brasil. La que fuera primera dama entre 2011 y 2016 ha protagonizado así uno de los episodios más controvertidos de la política peruana reciente. Por ahora, desde Brasil, la ex primera dama comienza una nueva vida mientras en su país natal sigue encendida la polémica.
El caso de Nadine Heredia se suma a una larga lista de dramas políticos en Perú, un país donde casi todos los expresidentes recientes han terminado en prisión, procesados o, como Alan García, muertos para evitar ser arrestados. En medio de este panorama sombrío, la figura de Heredia reabre viejas heridas sobre la fragilidad de las instituciones peruanas y el uso del poder para escapar de la justicia.
El martes 15 de abril, mientras un tribunal de Lima leía la sentencia que condenaba a 15 años de cárcel tanto a Heredia como al expresidente Humala por delitos de lavado de activos, ella ya había abandonado discretamente su casa. A las 11:10 de la mañana, una hora antes de que se conociera oficialmente el fallo, Nadine Heredia ingresaba a la embajada de Brasil en Lima. Desde allí, y con el tiempo corriendo a su favor, solicitó asilo político. Su esposo, en cambio, permanecía presente en la sala de audiencias, escuchando cómo se sellaba su destino penitenciario.

Heredia, señalada por los fiscales como la principal responsable de la recepción de fondos ilícitos provenientes de Venezuela y de la constructora brasileña Odebrecht, había sido una pieza clave en la campaña electoral de Humala en 2006 y 2011. La acusación sostenía que ella misma habría recibido maletines de dinero y que su puño y letra figuraba en agendas donde registraba los montos ingresados.
La fiscalía había solicitado para ella una pena de 26 años, más severa incluso que los 20 años pedidos para Humala. Todos los focos de la acusación apuntaban a Nadine, considerada no solo cómplice, sino protagonista de la maquinaria de corrupción que envolvió a su entorno.
El operativo para su salida del país se realizó con una celeridad que ha generado indignación en Perú. No solo obtuvo el asilo político de manos del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en un tiempo récord, sino que también recibió, en cuestión de horas, el salvoconducto de la presidenta peruana Dina Boluarte, facilitando su huida antes de que pudiera ser arrestada.

Mientras Humala era trasladado al penal de Barbadillo, la misma cárcel que alberga a otros expresidentes como Alejandro Toledo y Pedro Castillo, Nadine Heredia partía desde el aeropuerto militar de Lima a bordo de un avión de la Fuerza Aérea Brasileña, acompañada de su hijo de 15 años.
Desde el gobierno peruano han tratado de calmar las críticas asegurando que, en caso de que la condena sea ratificada en segunda instancia, solicitarán la extradición de Heredia. Sin embargo, especialistas advierten que la figura del asilo político podría complicar —y mucho— cualquier intento de repatriarla.