Hace algo más de diez años, el mítico jugador de baloncesto Michael Jordan compró el 65% de los Charlotte Bobcats, en su momento, hoy rebautizados como Hornets. El equipo, de dilatada historia, que ha pasado por momentos más dulces ahora vive una etapa agridulce: ha cerrado un 22-23 olvidable, con 27 victorias y 55 derrotas.
Jordan, tras hacer números como accionista mayoritario de un equipo que se cubre de derrotas, ha decidido recientemente poner punto y final a su participación. Lo que en su día le costó 250 millones de euros, ahora lo ha vendido por 2.750.
La venta, efectuada a los reconocidos hombres de negocios americanos Gabe Plotkin y Rick Shaw, se ha convertido así en un extraordinario negocio para Jordan: deja así de perder dinero con el antepenúltimo equipo de la liga en lo que ha ingresos se refiere, que además no tiene grandes jugadores.
De esta forma, la larga historia de la NBA vuelve a dar otro giro de guion. La liga americana de basket pierde de esta manera al único gran propietario negro que tenía. Por tanto, la cruda realidad es que la NBA retrocede en el tiempo: volverá a ser un negocio clasista, manejado exclusivamente por gente blanca.