La mansión de Esplugues que fue hogar de los Piqué-Mebarak es un ir y venir de coches, asistentes y amigos de Shakira, que aterrizó el domingo en Barcelona para traer a sus hijos, Milan y Sasha, que pasarán las próximas semanas con su padre. De paso, acompañó a Lewis Hamilton (en Montmeló y a cenar en un japonés) y se reunirá con sus abogados para preparar el juicio contra Hacienda, que se celebrará en noviembre. Su presencia ha desatado de nuevo el interés mediático, por lo que periodistas y fotógrafos se mezclan en su puerta con decenas de fans que quieren ver a su ídolo. Demasiado estrés para Shakira, que ha cortado por lo sano colocando unas cámaras en la puerta de la casa para controlar quién está en su calle cada vez que sale o entra.
Así lo ha explicado una reportera de Ana Rosa Quintana: "Estamos pendientes de una cámara robotizada que sigue los movimientos que hacemos los compañeros de la prensa durante todo el día. Shakira esperó que nos fuéramos casi todos para salir de su casa, por eso está controlando lo que hacemos". Y ha añadido: "La cámara enfoca a su puerta, pero de repente nos enfoca a nosotros, que estamos en la acera de enfrente, y está prohibido grabar en la vía pública. Es ilegal".
La nueva medida de Shakira ha dejado ojiplática a la propia Ana Rosa Quintana: "Es una propiedad privada y puedes enfocar al interior, pero no puedes grabar lo que pasa en el exterior, en el espacio público", ha dicho contundente este martes. "Eso está prohibido". Una de dos: o Shakira (más bien su equipo) no lo sabe o le da exactamente igual. La artista colombiana no soporta a la prensa, lo dejó claro el día que se marchó a Miami y pidió a los periodistas americanos que no repitieran el comportamiento de los españoles: "Mis hijos han sufrido un incesante asedio y una persecución sin tregua por parte de paparazzi y varios medios de comunicación en Barcelona. Ahora que inician una nueva etapa en sus vidas pido encarecidamente a los medios de comunicación en nombre de mis hijos que por favor respeten su derecho a la intimidad".
El juicio contra Hacienda
Sin embargo, más allá de sus tiranteces con Gerard Piqué, Shakira continúa en el ojo del huracán tanto por temas sentimentales (los rumores que llegan allende los mares sobre su corazón contento) y también legales, pues la cantante se enfrenta a una posible pena de prisión de 8 años y 2 meses y a una multa de 23,8 millones tras haberse negado a llegar a un acuerdo con la Fiscalía, que la acusa de fraude fiscal. Este martes, además, hay una importante novedad sobre el proceso: la Fiscalía ha retirado 51 testigos de los 140 que planteaba en un principio, según El Periódico. Entre ellos, vecinos y amigos de la acusada y de Gerard Piqué, que finalmente no tendrán que pasar por el juicio oral, pues no los consideran necesarios para probar la acusación y agilizarán el proceso.