Era la segunda persona más buscada en la que ha sido una de las bodas del año (con permiso de Laura Escanes y Risto Mejide). La duquesa de Cambridge no defraudó en el enlace de su hermana Pippa Middleton, celebrado este sábado en Reino Unido.
La mujer de Guillermo dio de nuevo toda una lección de estilo y elegancia. Y por supuesto, como ha hecho en todas las grandes ocasiones, ha vuelto a confiar en su firma favorita: Alexander McQueen.
Como ya hiciera en su propia boda, Kate Middleton le ha encargado este vestido tan especial a Sarah Burton, directora creativa de la marca británica. Kate sabía que todas las miradas iban a estar pendientes de su modelito y logró deslumbrar por su elegancia y sencillez, quedando además en un segundo plano ocupándose de los pequeños pajes (entre los que se encontraban sus hijos) como toda una madraza, y dejando el protagonismo a la novia.
Catalina eligió un vestido de seda en color rosa empolvado, con falda con ligero vuelo por debajo de la rodilla, con manga larga abullonada y un discreto pero coqueto escote en V ceñido en la parte baja del pecho.
En los pies, zapatos de salón en el mismo color del vestido de la firma Gianvito Rossi, que pueden comprarse en la web por unos 700 euros. Además, lució un tocado hecho para la ocasión por su diseñadora de sombreros preferida, Jane Taylor, en el mismo tono que el conjunto con una flor y que colocó ladeado como solo ella sabe hacer. Destacaron además sus pendientes en oro amarillo con unas pequeñas esculturas en tono marfil a modo de camafeos de la firma Kiki McDounough.
Kate estaba perfecta, regia y con clase, como la digna sucesora de su suegra, la fallecida Lady Di. Además su empatía con los pequeños durante el enlace volvió a dejar claro que es la perfecta invitada y que, puede que no tardando mucho, será también la perfecta reina consorte de Inglaterra.