Las Navidades están a la vuelta de la esquina y las familias ya se organizan para pasar unos días juntos. Los niños Urdangarin, como todos los hijos de padres separados, tendrán que dividirse entre la casa de la infanta Cristina y la de Iñaki, que este año estrena casa con su novia, Ainhoa Armentia. Precisamente esta mudanza ha generado nuevos problemas entre el ex deportista y la hija de los eméritos, pues la zona escogida, Ciudad Jardín, es una de las más exclusivas de Vitoria. Hay que recordar que Iñaki continúa sin trabajo (no lo ha tenido desde que salió de prisión en 2021) y vive de la 'pensión' que acordó con su ex mujer, que se ha plantado tras este último giro de los acontecimientos.
Desde el entorno de la infanta aseguran que Iñaki quiere vivir "por encima de sus posibilidades" y doña Cristina no está dispuesta a aumentar la compensación para el padre de sus hijos. No es la única negativa que tiene la hermana de doña Elena sobre la mesa, porque hay una que mantiene desde el primer día y poco le importa que hayan pasado ya dos años desde las famosas fotos del deportista y su compañera paseando por Bidart, que haya un divorcio firmado, que las aguas se hayan calmado o que se quiera normalizar la situación: la infanta Cristina no quiere que sus hijos sean fotografiados con Ainhoa Armentia bajo ningún concepto.
La condición de la infanta limita mucho los planes de Urdangarin y Armentia, pues es prácticamente imposible que la pareja pueda salir a pasear por la ciudad en compañía de Juan, Pablo, Miguel e Irene sin ser captados por los paparazzi. Descartados los típicos planes de estas fechas: comidas fuera de casa, recorrer las calles para ver las luces navideñas, unas compras de última hora... De momento, y hasta nueva orden, los encuentros entre Ainhoa Armentia y los hijos de Iñaki deberán seguir siendo a puerta cerrada. Él, sin embargo, sí ha sido visto por Vitoria en compañía de su novia y los dos hijos de esta.
La vida de Iñaki y Ainhoa en Vitoria es muy tranquila. Ella acude a trabajar mientras él se dedica a sus quehaceres. Salen juntos con y sin los hijos de ella e incluso protagonizan escapadas de enamorados a la sierra para esquiar o a la playa para disfrutar del mar y el sol. Una tranquilidad con la que soñaban desde que se conocieron en el despacho legal en el que ambos colaboraban y donde surgió el amor, cuando él todavía pernoctaba en la cárcel de Ávila y su mujer, doña Cristina, le esperaba con los brazos abiertos en Ginebra. La separación fue muy traumática y el divorcio tardó en llegar debido a las arduas negociaciones.
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