Industria

Más de 3.000 trabajadores de Boeing se van a huelga y amenazan con descarrilar el proyecto militar más importante de Trump

Representación artística del caza de sexta generación F-47 difundida con el anuncio del proyecto / Wikimedia.

Julio De Manuel Écija

La semana pasada más de 3.300 trabajadores de la división de defensa de Boeing se fueron a huelga tras rechazar el último acuerdo de la empresa. En un país que está viviendo un tímido despertar del sindicalismo, el paro de los trabajadores supone un golpe directo al orgullo nacional de su industria militar. Los trabajadores reclaman un nuevo acuerdo sindical con Boeing después de rechazar la última propuesta de la compañía del siguiente contrato cuatrienal, equivalente a los convenios colectivos en Europa. Los huelguistas se concentran en las plantas de Illinois y Misuri, que afectan especialmente a la producción de cazas de combate y adiestramiento F-15 y al futuro desarrollo del avión de sexta generación F-47.

La huelga del sector militar de Boeing llega menos de 12 meses después del último conflicto laboral, cuando más de 33.000 trabajadores de las fábricas de la Costa Oeste pararon durante casi dos meses. La huelga afectó a la producción de los aviones comerciales de la firma, incluido el Boeing 777 y se estima que tuvo un impacto para la empresa de más de 5.000 millones de dólares. La firma cedió a las exigencias de los trabajadores: aumentar los salarios un 38% durante los próximos cuatro años y entregar un bonus de 12.000 dólares.

Llueve sobre mojado

Este nuevo conflicto llega en el otro ala de la compañía, la división militar, en un momento en el que la aeroespacial no levanta cabeza tras años de sobrecostes, problemas organizativos, accidentes y pérdidas acumuladas. La industria militar quería ser un soplo de oxígeno a sus maltrechas cuentas. Supone la mayor huelga de Boeing en su área de defensa desde los años 90 en un sector poco acostumbrado a estos conflictos como es la industria militar.

En declaraciones recogidas por Reuters, la dirección de la empresa ha querido restar valor a la huelga, que amenaza con hacer descarrilar los ingresos del tercer trimestre. "Nos decepciona que nuestros empleados de San Luis hayan rechazado una oferta que contemplaba un crecimiento salarial medio del 40%", declaró en un comunicado Dan Gillian, vicepresidente de Boeing y director general de las instalaciones de San Luis (Misuri).

El sindicato convocante que agrupa a los huelguistas, la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales (IAM, por sus siglas en inglés), respondió que los trabajadores "merecen un contrato que refleje su competencia, su dedicación y el papel fundamental que desempeñan en la defensa de nuestra nación", aunque no especificó sus exigencias.

Amenaza a los planes de Trump

En los últimos años, el sindicalismo ha resurgido con cierta fuerza en Estados Unidos. Varias huelgas han afectado a sectores estratégicos o han tenido a empresas significativas en su diana. Firmas como Amazon, McDonald's o Starbucks han enfrentado a conflictos laborales, protestas y paros, mientras los trabajadores denunciaban coerciones y despidos de la dirección para bloquear la creación de secciones sindicales en los centros de trabajo.

Uno de los casos más recientes afectó seriamente a otra industria estratégica de EEUU: las navieras. En septiembre, coincidente con la huelga de Boeing y otras protestas, los estibadores paralizaron su actividad en una amenaza al comercio internacional. Los trabajadores demandaban un aumento del 77% de sus salarios en el sexenio siguiente, mientras las navieras ofrecían un incremento del 40%. La situación llevó a que el propio expresidente demócrata Joe Biden considerara aplicar una ley de emergencia que cancelara la huelga, aunque la rechazó por la cercanía de la campaña electoral.

La victoria de Trump ha sido interpretada por el movimiento obrero estadounidense como una amenaza al sindicalismo norteamericano. El propio IAM ha lanzado repetidos mensajes en contra de la Administración republicana en sus redes sociales, por lo que la huelga de las áreas militares de Boeing ha sido vista también con una lectura política.

La planta de San Luis, en Misuri, es la que centrará el desarrollo y producción del nuevo caza de combate de sexta generación F-47. El presidente de EEUU dijo que el objetivo es que las primeras unidades estén listas para finales de esta década, coincidente con el fin de su mandato. La nueva huelga, junto a la competencia de Lockheed Martin, que está tratando de actualizar sus F-35 para alargar su esperanza de vida, pueden poner contra las cuerdas este pronóstico.