Industria

Las firmas españolas escapan de la ola de ajustes en sus planes estratégicos

  • Siemens Gamesa, Aedas y Fluidra han llevado a cabo recortes de previsiones en lo que va de año
  • Adidas, Primark, Asos y Zalando lideran los 'profit warning' dentro del sector textil

Judith Arrillaga

Profit warning es un término que empieza a repetirse mucho durante la presentación de resultados de las grandes compañías internacionales. Cerca de una veintena de firmas han anunciado que el escenario actual las ha obligado a revisar a la baja las previsiones que habían planteado para los próximos meses. "Los inversores se enfrentan a una plétora de vientos en contra en la temporada de resultados, sobre todo el aumento de los tipos de interés, la aceleración de la inflación y el temor a una inminente recesión mundial", explica a elEconomista.es Jesse Cohen, analista de Investing.com.

Pese a que la incertidumbre es global, las grandes cotizadas españolas están esquivando esta oleada de profit warnings hasta tal punto que apenas un puñado se han visto en la obligación de tomar esta decisión. La experta en revisar a la baja sus previsiones es Siemens Gamesa, en 18 meses lo ha hecho en hasta cuatro ocasiones, la última en agosto. El fabricante de aerogeneradores revisó a la baja su guidance para el ejercicio 2022 durante la presentación de los resultados correspondientes a los nueves primeros meses del año y rebajó el objetivo de margen ebit de un -4% hasta un -5,5%. Desde la compañía justificaron el recorte debido a los costes asociados a fallos de componentes en plataformas onshore ya establecidas.

Según un comunicado que remitió entonces del Mercado de Valores (CNMV), las razones detrás de estas importantes pérdidas se encuentran en el retraso en la ejecución de proyectos, el aumento de costes, los cambios de producción y diseño en su aerogenerador insignia 5x y las tensiones relacionadas con la crisis de suministros.

A este lista se añadió el nombre de Fluidra a mediados de octubre. El fabricante catalán de piscinas avisó de una caída tanto de sus ingresos como del ebitda (resultado bruto de explotación) de cara al tercer trimestre y las nuevas previsiones apuntan a una facturación de 2.400 millones de euros en todo 2022 y a 500 millones de ebitda. "Nuestras estimaciones ya recogían un nuevo deterioro de las expectativas, sin embargo, este ha sido incluso superior por el lado de los márgenes", alertan los expertos de Bankinter. Para la financiera, el negocio de Fluidra se va a resentir por tres razones: es improbable que pueda repercutir íntegramente en precios finales la subida de costes derivada de la inflación; el endurecimiento de las condiciones de financiación impactará en la demanda de nueva construcción, y por último, el aumento de las probabilidades de recesión que afectará a la demanda de productos discrecionales.

Aedas también ajustó a la baja sus previsiones de resultados para su ejercicio 2022/2023 después de presentar los resultados correspondientes a su primer trimestre (abril, mayo y junio). Las nuevas estimaciones de la promotora apuntan a que cerrará el ejercicio anual con unos ingresos entre 900 y 925 millones de euros, frente a los 1.000 millones comunicados hasta ahora, mientras que el ebitda (beneficio bruto operativo) los sitúa ahora entre 160 y 170 millones, en comparación con la estimación de 190-200 millones anterior.

La aseguradora Mapfre también está atravesando una situación similar aunque todavía no ha puesto sobre la mesa un profit warning como tal. A principios de año estableció una nueva hoja de ruta, pero fue aprobada antes de que comenzara la invasión rusa en Ucrania, una situación que ha cambiado el contexto económico actual. Al principios de marzo se pusieron como objetivo para el periodo 2022/24 situar el ratio combinado promedio entre el 94 y el 95%, unas cifras que ahora ponen en duda.

"El objetivo del ratio combinado en un rango del 94-95% se presenta exigente en el actual entorno y pudiera ser objeto de revisión a la conclusión del 2022 dependiendo de la evolución de la inflación", explicó la aseguradora en un comunicado que remitió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Pese al contexto cambiante, desde la compañía explican que la hoja de ruta se está ejecutando con flexibilidad para adaptar en cada momento sus iniciativas a la evolución de los diferentes escenarios.

No hace falta un plan estratégico a largo plazo para prever que los próximos meses serán complicados. Bien lo sabe Rovi. La farmacéutica presentó a principios de noviembre los resultados correspondientes a los nueve primeros meses del año y alertó de que esperan que para 2023 sus ingresos desciendan con respecto a las cifras registradas en 2022. ¿El motivo? Una menor demanda de las vacunas contra el Covid-19.

La inflación también ha puesto sobre aviso a Renta Corporación, que ya ha notificado que acabará el año muy lejos de los 12,6 millones de euros de beneficio que esperaba para 2022. En los primeros nueve meses del año, la compañía ha obtenido un resultado neto de 2,2 millones, un 38% más que en el mismo periodo de 2021, pero significativamente por debajo de sus expectativas.

La firma inmobiliaria, que no ha aventurado una nueva estimación, lo atribuye a la espiral inflacionista y unos tipos de interés al alza que se han traducido en un incremento de los costes de construcción y financiación en el sector inmobiliario, causando la ralentización no solo del cierre de las operaciones en curso, sino también de las nuevas decisiones de inversión.

El textil, muy golpeado

Pero el caso de España es excepcional. Entre las grandes compañías estadounidenses y europeas se está produciendo una oleada de rebaja de previsiones en los últimos meses. En mayo Snap y Adidas dieron la voz de alarma y lanzaron un profit warning cada una.

La situación de Adidas es muy similar a la de Siemens Gamesa en España. En lo que va de año ha recortado su previsiones tres veces: en mayo, en julio y en octubre. En el último, estimó que los ingresos netos de las operaciones continuas rondarán los 500 millones frente al objetivo anterior de 1.300 millones. "Es el tercer profit warning de Adidas en el año. Desde la venta de Reebok en agosto 2021, la compañía no ha conseguido cumplir los objetivos de su plan estratégico. El posicionamiento en China se ha debilitado en los últimos dos años lo que ha empujado a la compañía a reducir sus previsiones de beneficios tres veces este año", detallan desde el departamento de análisis de Bankinter. Desde la financiera no cree que la situación de Adidas se haya desencadenado a raíz del Covid-19 sino "también a la pérdida de cuota de mercado ante rivales locales".

La marca de ropa deportiva no es la única que está atravesando un mal momento dentro del sector textil. Asos y Zalando lanzaron sus propios profit warning durante el mes de junio. La primera achaca la situación al aumento significativo de las tasas de devolución, lo que la ha llevado a estimar que su beneficio antes de impuestos estará entre los 23 y los 69 millones de euros mientras que el objetivo anterior apuntaba entre los 127 y los 162 millones.

En lo que respecta a Zalando se justifican porque "la situación macroeconómica se ha deteriorado y la confianza del consumidor ha caído" lo que le ha llevado a recortar las previsiones de ingresos que se mermarán un 3% hasta los 10.700 millones de euros mientras que su previsión anterior apuntaba a un incremento de la facturación de entre un 12% y un 19%. En lo que respecta al ebit ajustado en un principio las estimaciones apuntaban a que cerraría el ejercicio entre 430 millones y 510 millones, sin embargo, en la última revisión lo rebajaron al rango de 180 millones y 260 millones.

La última textil en sumarse a lista fue Primark en septiembre. "Como resultado de los recientes movimientos en los precios de las divisas y la energía, y la decisión comercial de limitar futuros incrementos de precio, esperamos que el margen el año que viene esté por debajo del esperado para la segunda mitad de este ejercicio, que se sitúa en el 8%", explicó la compañía en un comunicado. La empresa prevé cerrar el ejercicio con unas ventas de alrededor de 7.700 millones de libras (8.904 millones de euros), lo que supone un crecimiento del 44% (del 40% a tipos de cambio constantes).

Más allá del sector textil, las grandes empresas tecnológicas están llevando a cabo medidas ante una posible recesión. En el caso de Snap anunció en mayo que no alcanzaría su guía de ventas y beneficios en el segundo trimestre como consecuencia del deterioro de las condiciones macroeconómicos. Las estimaciones iniciales de la compañía para el segundo trimestre apuntaban a un crecimiento internanual de entre un 20% y un 25%.

"Muchas empresas también han estado luchando para navegar con éxito a través de la actual escasez mundial de chips, y diversos problemas de la cadena de suministro, así como los nuevos bloqueos de Covid en China. Además, un dólar más fuerte también supone un importante riesgo a la baja y añade otro obstáculo a un entorno empresarial ya difícil", añade Cohen.

Justamente en los problemas en la cadena de suministro se ha refugiado Magna a la hora de presentar su profit warning. En su caso el recorte no ha sido muy profundo y ha pasado de estimar unos ingresos de entre 37.600 millones de dólares y 39.200 millones a establecer un rango de entre 37.400 millones y 38.400 millones. "Seguimos experimentando un aumento de los costes de las materias primas, del transporte y de la energía, así como de los salarios, en la mayoría de los mercados en los que operamos, y se espera que estas presiones persistan hasta 2023", explicó Magna en un comunicado.

Por lo general, las compañías que más se están viendo castigas son las que más se vieron beneficiadas durante los dos primeros años de la pandemia, el mejor ejemplo de ello es la cascada de despidos que se está produciendo entre las grandes tecnológicas con Twitter, Meta y Amazon a la cabeza. "Muchos veían la tecnología como el nuevo sector defensivo con ganancias estables, especialmente tras el Covid donde los beneficios crecieron pese al confinamiento", explica Bank of America. "Pero las grandes tecnológicas no son inmunes ante la ralentización económica y afrontan grandes desafíos por la desglobalización", apunta.

El mejor ejemplo de ello es Microsoft. A principios de junio revisó a la baja sus previsiones y prevé un golpe de 460 millones sobre sus ingresos y 250 millones en beneficio con respecto a la estimación previa, entre otras cosas por el impacto negativo de la subida del dólar. La compañía cerró su ejercicio fiscal con un beneficio récord de 71.527 millones de euros pero todo apunta a que la época de bonanzas ha acabado, de hecho, cerró en septiembre su primer trimestre fiscal con un beneficio neto de 17.657 millones, un 14% menos. La ralentización de su negocio también se observa en el recorrido de su acción en la bolsa de Nueva York. En 2020 se revalorizó más de un 40% y en 2021 lo hizo más de un 50%. Sin embargo, en lo que va de año sus acciones han retrocedido cerca de un 30%.