A la propuesta gastronómica de Fran López se le suma un hotel de 5 estrellas Las Terres del Ebre siguen siendo una de las grandes desconocidas de Cataluña. Y es una lástima porque albergan algunos de los paisajes más espectaculares de Tarragona y una cocina que se nutre de la riqueza del producto de la zona. Fran López es a día de hoy el mejor exponente de esta cocina que apuesta por el producto y el territorio de la zona. En 2009 consiguió una estrella Michelin para Villa Retiro y que, más recientemente, en 2016 también se llevó su restaurante Xerta en Barcelona. El restaurante comparte espacio con un pequeño hotel boutique que recientemente ha sido ampliado con una decena de habitaciones -con una exquisita decoración minimalista y actual- que se suman a las del precioso edificio clásico original. Un paraje único en el que López reivindica una identidad culinaria muy definida, combinando el protagonismo del producto con guiños actuales -muy rico el ramen de calamar- y la dosis justa de puesta en escena -sorbete preparado al momento- que muchos clientes esperan. Buen ritmo, un nivel medio realmente alto y picos de lucimiento como el untuoso con tripa de bacalao -la textura del plato justifica el nombre- o un arroz con codorniz y caracoles realmente sabroso, aunque con un punto cítrico que no aporta demasiado. Echamos de menos la anguila, tan de la zona y que el chef tan bien domina, entre los pescados, pero hay que aplaudir la idea de resolver las carnes con dos pases a elegir de teté du boeuf, incluidas una lengua y mollejas impecables. Clásico pero arriesgado en estos tiempos de pichón en todas partes, nos gusta. Además del menú de arroz (55 euros) y el ejecutivo entre semana (39 euros), la estrella es el menú degustación con ocho snacks y ocho pases (80 euros) y el espectacular menú homenaje (120 euros) que se alarga hasta 12 pases e incluye, antes de los postres, un carrito de quesos que posiblemente pilla al comensal ya desprevenido y sin apetito. De la bodega y la sala se ocupa estupendamente Javier Campo, que propone un interesante maridaje (55 euros para el menú largo) en el que se juega también con cervezas y sake y consigue no solo hilvanar la comida, sin también sorprender a la mesa. De todos modos, merece la pena echar un vistazo a la carta de vinos -bien surtida y con una bodega a la altura- y más sabiendo que la mayoría de referencias se puede pedir a copas. Siempre se suele decir -tic de ciudad- que las Tierras del Ebro quedan muy lejos de Barcelona o de Madrid. Marcar Villa Retiro en el mapa es la excusa perfecta para acercarnos por allí y descubrir que merece la pena el viaje.