Fútbol
Los altercados de Gerard Piqué más allá del antimadridismo
EcoDiario.es
Gerard Piqué dio ayer la cara. Se confesó. En una sala de prensa abarrotada, en la ciudad deportiva de Sant Joan Despí dijo lo que pensaba. Ratificó su antimadridismo ("soy así y no cambiaré"), insistió en que no dejaría la selección española y mostró su apoyo a la plataforma catalanista Guanyarem. Un discurso claro y transparente en el que brilló un mensaje por encima del resto: "Me pitan por la rivalidad Barça-Madrid, no por la relación España-Cataluña", afirmó poniendo el foco las iras desatadas contra él aquellos gestos deportivos que han podido molestar al otro lado del Puente Aéreo y obviando otros altercados extradeportivos que incluso han molestado en el seno de su propio club, en el seno de sus propios aficionados.
Porque, polémicas 'antimadridistas' aparte, Piqué también suma en su currículum un buen puñado de gestos controvertidos que le han valido críticas incluso de los más cercanos a él. La mayoría (o al menos las más llamativas) se acumularon en el arranque del curso pasado. Fue la pretemporada de las bombas fétidas y la bronca con la guardia urbana, la del teléfono móvil en el banquillo y su mal rollo con Luis Enrique.
El técnico asturiano fue clave para que finalmente el jugador empezara a ser noticia más por sus buenos partidos que por este tipo de actuaciones que se salen de los márgenes de los terrenos de juego.
El entrenador del Barça llamó al orden a su pupilo y todo volvió a la normalidad, aunque no fue sencillo. Piqué llegó incluso a provocar las críticas de una parte de la prensa deportiva catalana que sufrió en sus propias carnes ese carácter bromista del internacional español cuando, en un viaje de pretemporada a Suecia, tiró una bomba fétida en el avión de la expedición culé y, más tarde, en la zona mixta donde trabajaban los periodistas.
Después de aquello llegó el incidente en el que se peleó con un guardia urbano de Barcelona por haber aparcado mal. A voz en grito, en plena calle, y grabado por varios viandantes, Piqué se encaró con el agente de la autoridad y le acusó de cebarse con él por ser quien era. Tiempo después, en el juicio rápido celebrado por esta falta, el futbolista admitió que se había pasado, pero el daño a su imagen ya estaba hecho.
Ya en la Supercopa catalana, el jugador fue 'cazado' jugando con un móvil en el banquillo, en pleno partido contra el Espanyol. Aquello sí que fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Luis Enrique. Fue entonces cuando se produjo la (eficaz) llamada al orden del técnico. Desde entonces nada se supo de un Piqué que antes tuvo otros arrebatos similares a los relatados.
Su escupitajo a Pedro Cortés (entonces delegado de España) en la celebración del Mundial 2010 o sus comentarios en Twitter (el club le pidió que rebajara su verborrea en las redes) son algunos de esos episodios polémicos que ya siempre acompañarán al futbolista en su carrera.