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El yuan roza mínimos sin que el mundo tiemble por la deflación

  • La divisa china ronda sus niveles más bajos desde 2007

Víctor Blanco Moro

En los últimos años, si hay una divisa que ha acaparado un protagonismo especial en los mercados, con permiso del dólar estadounidense, esta ha sido el yuan chino. Muy pocos habrán olvidado el convulso verano de 2015, cuando las bolsas a lo largo de todo el planeta temblaron por la amenaza deflacionista que estaba generando esta moneda.

En agosto, China, haciendo uso de los mecanismos de control que tiene sobre su divisa, la devaluaba por sorpresa y su cotización caía casi un 3% frente al dólar estadounidense en solo tres sesiones. Las bolsas mundiales reaccionaron casi inmediatamente: el MSCI World cayó un 10% en la semana posterior a la devaluación; la bolsa del país asiático se desplomó y perdió un 25% en seis sesiones, la estadounidense un 11% en el mismo periodo, en el caso del S&P 500, y el EuroStoxx 50 cedía un 12%. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo podía estar afectando tanto la moneda china al sentimiento de los inversores a lo largo de todo el mundo?

El temor no era injustificado y respondía a una amenaza que muchos veían clara: la deflación. El peso de China para el comercio mundial era, y es, de tal magnitud que la caída de la divisa amenazaba con tener consecuencias en todos los continentes: si China tenía una divisa más débil, eso hacía más competitivas sus exportaciones y obligaría a cualquier productor que quisiese competir con el gigante asiático, a bajar precios, en un momento en el que los indicadores de inflación no estaban precisamente boyantes.

En Estados Unidos, el IPC había arrancado el año con un crecimiento negativo del 0,1% interanual en el primer trimestre y se había mantenido plano en el segundo, mientras que en la eurozona el avance de la cesta de precios también había sido negativo en el último trimestre de 2014 y en el primero de 2015. En enero de 2016, las autoridades chinas repitieron el movimiento y volvieron a devaluar su divisa. Entonces quedó patente que el mercado seguía atento y preocupado por el yuan y su amenaza deflacionista: entonces fue el peor registro en un inicio de año para las bolsas mundiales en toda la historia. 

Cuando Donald Trump empezó su cruzada comercial contra China en 2018, el yuan cotizaba frente al dólar estadounidense en el entorno en el que se movía en verano de 2015, cuando se produjo la primera devaluación. La divisa china sufrió el impacto de las amenazas de Estados Unidos de introducir aranceles a las importaciones de productos chinos, y el cruce pasó de los 0,149 dólares en los que se movía en abril, hasta los 0,144 dólares a principios de noviembre, una caída del 3,1% en un mes, que dejaba a la divisa muy por debajo de los niveles que había tocado cuando se produjo la segunda devaluación. 

En 2015 y 2016 el temor era que se exportase deflación desde China, algo improbable ahora, ya que los aranceles son inflacionistas

Las bolsas han sufrido el impacto de la guerra comercial, la principal preocupación de muchos inversores durante los últimos meses, pero el desplome que ha experimentado la divisa china no ha estado en el ojo del huracán como sí ocurrió en años pasados. La realidad es que los inversores parecen haber descartado totalmente la deflación, a pesar de que el yuan cotice frente al dólar muy cerca de los mínimos de 2018. Es cierto que los niveles de inflación no son tan bajos como lo eran en 2015 y 2016, pero también lo es que durante los últimos trimestres se ha producido un frenazo en la eurozona, hasta el 1,4% en el primer trimestre, y en Estados Unidos hasta el 1,9%, cuando venía creciendo en este último país a un ritmo muy por encima del 2% durante 2018.  

Javier Santacruz, economista investigador en la Universidad de Essex, explica una de las claves en las que pueden estar fijándose los mercados: "No hay tanto miedo como en años pasados porque los aranceles son inflacionistas. El temor de 2015 y 2016 era de exportar deflación, y ahora estos efectos van a estar más controlados", explica. "El efecto es multiplicador en el IPC: a esta tasa hay que sumarle el aumento de las barreras comerciales", continúa Santacruz, y distingue la situación actual de la que había en años pasados: "La clave es que a la caída del yuan chino no le está acompañando una huida de capitales, como sí se produjo en el verano de 2015. Si no está cayendo la reserva de divisas extranjeras, ni se produce un movimiento bajista tan fuerte como en el pasado, no se le presta tanta atención", señala.  

Desde Bankia consideran que la divisa es ahora "un buen termómetro de la marcha de las negociaciones entre EEUU y China" y destacan los 7 yuanes por dólar como el nivel que, de superarse, significaría que "no hay acuerdo". Desde Monex también creen que la moneda asiática se moverá al son de las negociaciones comerciales y destacan que la amenaza de aranceles del 25% a las importaciones de 300.000 millones de dólares sería "una catástrofe para los mercados y generaría fuertes ventas de yuanes". 

Incluso, hay quien avisa de la posibilidad de que China utilice al yuan como un arma con la que amenazar a Estados Unidos. "El temor, y todavía no lo hemos visto, es que China decida devaluarlo. Un escenario de este tipo no parece probable, ya que pondría en cuestión la estabilidad de la divisa, y podría hacer que los ciudadanos intenten sacar su dinero del país. Sin embargo, si se arrinconase a China en una esquina, es posible que no tuviesen más opción que asumir este golpe, de cara a compensar por los aranceles", explica Mati Greespan, analista senior de eToro, el bróker israelí especializado en social trading. 

Impacto en la política monetaria 

Aunque parece que el mercado descarta que se pueda entrar en una situación de deflación, el impacto en la inflación de la caída de esta moneda puede tener otro tipo de consecuencias para los mercados. Hay que recordar que el Banco Central Europeo (BCE) lleva desde 2011 sin subir los tipos de interés por la ausencia de inflación. No alcanza el objetivo del 2%, el único mandato que recibe el organismo [lograr una estabilidad de precios, manteniendo la inflación en el entorno del 2%, o ligeramente por debajo] y cualquier lastre para la inflación puede desembocar en que los señores del dinero vuelvan a retrasar un incremento en los tipos de interés de sus respectivas economías.  

En este momento, mientras el consenso de expertos encuestados por Bloomberg durante la primera semana de abril espera la próxima subida de tipos en la eurozona para diciembre de 2020, el mercado, según los datos que maneja la agencia, descuenta ahora un recorte de tipos antes que un incremento, aunque lo más probable según este último indicador sigue siendo que el precio del dinero se mantenga sin cambios, al menos hasta el año que viene.