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Francia, abocada a una crisis de deuda
Matthew Lynn
En 2019 pueden suceder muchas cosas que aún no podemos predecir. Donald Trump podría descartar presentarse a la reelección como presidente de los Estados Unidos. El bitcoin podría revalorizarse hasta los 20.000 dólares y Amazon podría comprar Netflix. ¿Quién sabe? Incluso Reino Unido podría dejar la UE. Las posibilidades son infinitas. Pero aquí hay un evento potencialmente explosivo del que podemos estar seguros. Francia sustituirá a Italia como el cuarto país más endeudado del mundo.
Las estadísticas publicadas la semana pasada muestran que la deuda pública total de Francia está ahora un poco por detrás de su vecino del sur, y sus planes de gasto para este año implican que la superará muy pronto. Ocupará su lugar junto a EEUU, Japón y China entre los mayores acreedores del mundo. Con Francia, sin embargo, hay una diferencia crucial respecto al resto. No tiene moneda propia y vende su deuda en el extranjero. La historia nos dice que pedir prestado mucho dinero a extranjeros en una moneda que no se puede controlar es una mezcla peligrosa y combustible. En realidad, una crisis de la deuda soberana francesa es inevitable, es sólo cuestión de cuándo sucerá.
A finales de 2018, según cálculos de Bloomberg, la deuda pública total de Francia ascendía a 2,31 billones de euros. Eso fue sólo 1.400 millones de euros por debajo de Italia. En 2018, Francia tenía un déficit de 80.000 millones de euros, y las concesiones del presidente Macron a los chalecos amarillos significan que este año será aún mayor. Italia, por el contrario, registró un déficit de 37.000 millones de euros el año pasado, incluso con un Gobierno populista desesperado por gastar más. Ambos países deberán más a finales de 2019 que al principio. Pero Francia superará a Italia en su volumen pendiente de pago en al menos 50.000 millones. Tendrá las mayor deuda de Europa y una de las mayores del mundo.
Las concesiones de Macron a los 'chalecos amarillos' aumentarán todavía más el gasto
Por supuesto, Italia tiene una mayor proporción de deuda en relación al PIB. Está en el 132%, frente al 98% de Francia en el año que acaba de terminar. Pero en los mercados financieros, los montantes totales a veces importan tanto como los porcentajes. Grecia está dramáticamente endeudada, al igual que Líbano (ambos países tienen una proporción de 181 y 148 puntos porcentuales del PIB, respectivamente), pero ninguno de los dos países es lo suficientemente grande como para crear una crisis real. Por el contrario, los 2,3 billones de Francia y su aumento provocarán un daño real.
Cerca de 56 puntos porcentuales de la deuda pública francesa se mantienen en el extranjero, frente a 34 puntos porcentuales en Italia. Los italianos se deben dinero a sí mismos, mientras que los franceses se lo deben a otros países. Además, el Gobierno francés ya tiene algunos de los niveles más altos de impuestos del mundo. El gasto del Estado representa 56 puntos porcentuales del PIB de Francia. Según la OCDE, Francia recauda ahora el 46% del PIB en impuestos, y ha superado a Dinamarca como el país desarrollado con el mayor nivel de ingresos recaudados en el mundo. El promedio de la OCDE es de sólo el 34%. ¿Es posible exprimir más ingresos de los ciudadanos y las empresas del país que han sufrido durante tanto tiempo? La violenta respuesta a un modesto aumento del impuesto sobre el gasóleo el año pasado sugiere que no. El hecho es que el Estado ya no puede cobrar impuestos, y probablemente no pueda recortar el gasto significativamente. Entonces, ¿cuál es el plan para pagar de nuevo toda esa deuda, o incluso estabilizarla?
Un país con su propia moneda siempre puede imprimir dinero. Pero esa puerta también está cerrada. La historia nos dice que pedir prestado grandes sumas en el extranjero, sin un plan real para pagarlas, en una moneda que no se controla, es una receta para el desastre. Ha terminado en un accidente innumerables veces. Francia podría salirse con la suya unos años más. Pero alguna forma de crisis de la deuda soberana es inevitable algún día.