Firmas
Getxo: gobernantes contra el pueblo
- El portaaeronaves Juan Carlos I ha pasado dos días festivos en la ría
- Los concejales antimilitaristas protestaron por la presencia del buque
Víctor Arribas
Va mucho mas allá de la metáfora lo ocurrido en la localidad vizcaína de Getxo este fin de semana. El buque insignia de la Armada atraca en la localidad y despierta un inusitado interés entre la población, pocos días después de que la mayoría de grupos políticos municipales aprobara una moción rechazando su presencia. Pese a la coincidencia en el voto reprobador de PNV, Bildu y PSE, el portaaeronaves Juan Carlos I ha pasado dos días festivos en la ría recibiendo la visita de miles de bilbaínos y vascos en general, cifrados en 14.000 por la Armada en tan sólo catorce horas de apertura al público de sus instalaciones. Ha habido verdadero interés de familias enteras por adentrarse junto a los niños y mayores en las entrañas de un acorazado que es el orgullo de nuestra fuerza naval y que ha demostrado en un puerto más la acogida que recibe por todos los mares que surca. A los concejales firmantes de la moción contraria a su atraque en Getxo les habrá provocado sarampión ver esas colas kilométricas de público libre y no teledirigido, superando todas las expectativas y deseando entrar a un buque de guerra español. De guerra y español, nada menos.
Lo cierto es que los barcos de guerra, ya sean buques o submarinos, despiertan una enorme simpatía en la gente. Ocurre en muchas de las ciudades costeras norteamericanas que han acogido la exposición permanente de alguno de sus ingenios marinos en los puertos cuando éstos son jubilados después de haber defendido la nación durante décadas. Son los USS que en el Reino Unido se llaman HMS, y que los turistas visitan constantemente. En el Támesis, frente de la Torre de Londres, está fondeado el Belfast, convertido en un museo de la marina militar británica. Hay que reservar las entradas para verlo por dentro y conocer su museo muchas semanas antes de la visita porque de lo contrario te marcharás de la capital londinense sin conocerlo. Las colas superan a las del London Eye. En el muelle 86 de Nueva York se ha creado otro museo naval de la marina y la aviación estadounidenses, donde se puede visitar el Growler, submarino que defendió a su país en la Segunda Guerra Mundial y en la de Vietnam. Y la expectación que provoca es tanta casi como el Empire State Building. Pequeñas circunstancias que los concejales antimilitaristas de Getxo deberían haber sabido antes de rechazar la presencia de algo tan querido por la ciudadanía.
Aprobar una moción contra la llegada de un barco a tu ciudad que después de la votación en el pleno municipal recibe miles de visitas en su casco, es un ejemplo muy claro de lo que separa a los gobernantes del pueblo al que administran. El antimilitarismo es una tendencia ideológica radical de una parte de la política española, que no se corresponde con lo que piensan la mayoría de los ciudadanos que admira a aquellos que se sacrifican por defender a los demás, y que quieren conocer las particularidades de su noble oficio. A eso sumemos la pasión de muchos españoles por el mar y por la historia, por batallas navales escritas con letras de oro en las páginas del pretérito, y comprenderemos a la perfección por qué el Juan Carlos I despierta admiración por donde va.