Firmas
Vísteme despacio
- No se puede construir una convivencia estable sin soporte político y social
Julio Anguita
Todos conocemos la literalidad y el significado del dicho español "Vísteme despacio que tengo prisa". Esta paradoja es equivalente al oxímoron La paciente impaciencia, con el que Tomás Borge (1930-2012), comandante de la revolución sandinista, tituló sus memorias.
Cuando los problemas acucian y los tiempos son más que revueltos, se imponen la reflexión, la sistematización de la respuesta, la claridad en explicarla y la voluntad de organizarla colectiva y democráticamente. Y ello es así porque la gravedad de la crisis no deviene tanto de la entidad de la misma como de la incapacidad o falta de disposición para afrontarla.
El modelo de crecimiento económico indefinido ya es más que letal. Y además incapaz de afrontar el paro estructural, el equilibrio medioambiental y la cohesión social. Por otra parte la Unión Europea - es decir Alemania y su hinterland - se mantiene por la inercia y por el miedo a enfrentarse a lo que tarde o temprano ocurrirá de seguir así: la implosión.
En la política abundan los gestores del capital financiero. En la cultura los pensadores son la excepción porque están siendo suplantados por funcionarios homologados por el pensamiento único y las simplezas del europeísmo decadente y de salón.
Aquí en España ocurre lo mismo, pero adobado con lo cañí y el casticismo, que vuelven por donde solían. Juan Ramón Jiménez hablaba de los niños pobres de Moguer que jugaban a asustarse. Aquí y ahora se juega a ignorar e ignorarse como ciudadanos vinculados por leyes, intereses comunes, costumbres, pautas culturales, valores e historia. Marchamos hacia el sumidero de la anomia entre escándalos de todo tipo, corrupción, frivolidad, fascismo de opereta (por ahora) y la omnipresencia permanente de la deidad llamada campaña electoral.
La respuesta es urgente, perentoria, de imposible dilación. Pero es una respuesta pensando fundamentalmente en las futuras generaciones. No se puede construir un marco estable de convivencia, de derechos humanos y derechos del planeta Tierra, soporte indispensable para la vida, en una década o dos. Y ello si hay soporte político y social suficiente.
Lo único que puede abordarse con cierta inmediatez son las injusticias más lacerantes, las necesidades más básicas, la ejemplaridad ética exigible a todo el mundo sin excepción alguna, las urgentes medidas contra la evasión e injusticias fiscales y otras formas de explicitar la política y su discurso.
La política, a semejanza del arte agrario, exige proyecto, método, esfuerzo, entrega y tiempo. Todo lo contrario del permanente ejercicio de saltimbanquis atalantados y arrebujados en íntima coyunda con la versión más frívola u oligárquica de los medios de comunicación.