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El aviso de Moscovici a Sánchez

  • El Gobierno quiere convertir la legislatura en una larga campaña electoral
<i>Foto: Archivo</i>

Miguel Ángel Bernal

Parece claro que la semana, en materia económica, ha estado presidida por la situación de las divisas de países emergentes y los ecos que desde allí nos llegan. Sin embargo, dos noticias en clave doméstica han llamado poderosamente mi atención esta semana: los datos de desempleo aparecidos el martes y la visita del comisario francés Moscovici a nuestro país el jueves. Evidentemente pueden parecer dos cuestiones aisladas, sin embargo en mi opinión no es así. Creo que están relacionadas, especialmente teniendo presente el compromiso alcanzado por el precario Gobierno español con el comisario francés en materia de presentación presupuestaria.

Comencemos con el desempleo, los titulares son claros: el peor mes de agosto en cuanto a destrucción de empleo desde la elaboración de la estadística, todo ello con una ratio de desempleo ligeramente superior al 15%. ¡Demoledor! Sí, ya sabemos que la economía española es muy sensible a los ciclos económicos en materia laboral, pero ¿tenemos que resignarnos? Creamos puestos de trabajo rápidamente con actividad fuerte, sin embargo destruimos con pasmosa rapidez ante una desaceleración.

Teniendo presente esta característica y si admitimos que el empleo se correlaciona con el PIB, ley empírica de Okun, estamos ante un escenario de ralentización económica, no lo olvidemos. No es sólo el empleo, son también otras variables: ventas minoristas, cierto freno en la venta de viviendas, freno a nuestras exportaciones, una campaña de turismo dinámica pero menor a la del año pasado, la elevación del precio del petróleo, la evolución de la balanza comercial. He destacado alguna de las principales variables aún cuando hay más. Todo apunta, como ya vimos en el dato del PIB de nuestro país, que la actividad no crece con la fuerza que lo hacía anteriormente. El pésimo dato de desempleo del mes de agosto no es más que la primera consecuencia de la desaceleración.

Ante esta situación, las preguntas son obligadas: ¿no tendría el actual Gobierno que ponerse manos a la obra a afrontar la mayor debilidad de nuestra economía, que es la capacidad de destruir empleo? ¿No debemos pensar ya que lo importante es el desempleo frente a otros problemas secundarios? Me da la sensación de que este Gobierno interino quiere agotar la legislatura para convertirla en una larga campaña electoral, con golpes propagandísticos y de mercadotecnia electoralista.

Dejémonos de demagogias, discursos huecos y marcado pose de cara a la foto, ¿alguna vez los partidos políticos de este país, todos sin excepción, van a debatir seriamente las reformas que el mercado laboral español necesita? ¿Vamos a seguir con la soga al cuello cada vez que la economía pierda ritmo? Si solo con una desaceleración el dato de desempleo pone los pelos de punta, ¿qué ocurrirá cuando nuestra economía entre en recesión?

Estos pensamientos puestos en forma de preguntas me encantaría que algún cargo político los metiese dentro de sus programas electorales y me da igual el partido y el color. Eso sí, no hagan como el PP de Rajoy que, con una mayoría absoluta aplastante, sepultó su programa electoral y adoptó las medidas contrarias a su programa. Me refiero, por ejemplo, en esas innumerables subidas de impuestos que hundió la renta disponible, contrajo la demanda privada y nos llevo a agudizar una crisis. Una crisis que el miope Zapatero negó y que cuando se puso a combatir era tarde, además de hacerlo con recetas equivocadas y derrochadoras. Debería ponerse como ejemplo en las escuelas de negocio como el Plan E, 12.000 millones de euros tirados a la basura, aumentando el déficit público.

No me extrañó, vamos ahora con la noticia Moscovici, que el comisario francés en su encuentro con el Ejecutivo español haya arrancado un compromiso para la presentación rápida de las líneas presupuestarias españolas. Lo que no entiendo es que teniendo a una ministra como Nadia Calviño, perfecta conocedora de los planteamientos de Bruselas, desde el año 2014 directora general de Presupuestos, sea necesario la presencia del comisario europeo.

La situación europea es un tanto inquieta en materia de populismos y excentricidades. En concreto, pienso en Italia. Allí el Gobierno salido de las urnas flirtea una y otra vez con fuertes elevaciones de gastos, con políticas económicas disparatadas para una nación con una ratio superior al 130 por cien del PIB. Una política económica, históricamente, derrochadora y ahora las veleidades del actual Ejecutivo hacen que la prima de riesgo de su deuda se sitúe por encima de los 240 punto básicos.

Si tenemos presente las noticias que aparecen sobre los puntos que negocia Sánchez con Iglesias de cara a los presupuestos, cobra sentido esa frase que para mi entender era más un recordatorio que una afirmación del francés, "España no es Italia, tiene un Gobierno que cumple las reglas". Una vez más habría que recordar a nuestros gobernantes que ser presidente del Gobierno no significa hacer campaña electoral, ser presidente es gobernar y tomar las medidas que un país necesita, aun cuando sean impopulares.

Cuidado con relanzar el gasto, saltarnos techos del mismo, subir impuestos y contraer las rentas disponibles, derrochar dinero en medidas populistas. La economía se está desacelerando, la compra de deuda por el BCE llega a su final. No hay gasto más improductivo que los intereses que soporta un país por los costes financieros de la deuda pública contraída.