Soraya versus Pablo
J. R. Pin Arboledas
Los números cantan en el PP. Sáenz de Santamaría llama a la unidad porque la suma de los votos de militantes inscritos de Casado más los de Cospedal, trasladados a los compromisarios del Congreso, le da perdedora. Lo mismo pasa con los argumentos de Casado. Su llamada a la renovación votando es porque con el mismo cálculo se ve ganador en el Congreso. Pero que no se engañen. Los compromisarios son influenciables, pero soberanos. Los aparatos territoriales se están moviendo para ganarlos uno a uno. Es la regla de juego de todo colegio electoral de segundo nivel. Pero en el voto secreto del Congreso la intimidad de cada uno decide. Además de su personal carrera política debe analizar otros criterios.
Algunos analistas califican a Pablo de aznarista y a Sáenz de Santamaría de sucesora de Rajoy. Olvidan que muerto el padre en política el huérfano vuela por su cuenta. Otros sitúan en el continuismo a la exvicepresidenta y en la renovación al vicesecretario. Los dos tuvieron en etapas anteriores responsabilidades. Sáenz de Santamaría argumenta que es la que puede ganar al PSOE las próximas elecciones, y Casado que el rearme ideológico que propugna llevará a la victoria electoral.
Lo que es verdad es que la exvicepresidenta ha estado en un Gobierno con aciertos en lo económico y lagunas en lo político. Casado tiene la imagen de la novedad, con algún lastre (todo político con alguna trayectoria los tiene o se los sacan) y en una página en blanco es más fácil escribir y es más fácil leer lo escrito. En la medida que la historia es indicio sobre el futuro los compromisarios deberían tener en cuenta estos datos.
Un análisis cínico reduce las dos posturas de ambos candidatos a corto plazo a un cálculo sobre la probabilidad de votos en el Congreso de finales de julio. Pero cada candidato tiene el encargo de sus electores de la militancia de llegar al poder. La unidad forzada puede ser una buena imagen o, por el contrario, el desencanto de una parte de la militancia. En todo caso gane el que gane, por negociación o votación, su reto será reconstruir el PP. A España le interesa que se haga cuanto antes.
Corre prisa. Porque noqueado Ciudadanos y con el PP en busca de su destino, Sánchez está sin oposición. La competición Casado-Sáenz de Santamaría es una cortina que está distrayendo parte de la opinión pública, y publicada, de la crítica democrática que necesita España. La forma en que se ha nombrado el nuevo Consejo de Administración de TVE y los diversos anuncios económicos o el "diálogo" con los independentistas de Cataluña deben ser analizados por una oposición. Menos mal que en menos de dos semanas el PP decidirá. En eso no se les puede acusar de lentitud como se hizo tantas veces con el Gobierno de Rajoy.